[Die Grundlehren der christlichen Dogmatilc ais Wissenschaft]. Obra alemana publicada en 1819. Profesor de teología en Berlín, donde fue colega y antagonista de Schleiermacher, el autor es el representante más notable de aquella «derecha hegeliana» que intentó reconciliar la ortodoxia luterana con la filosofía, traduciendo el dogma cristiano en fórmulas de la dialéctica de Hegel. La idea de Dios, para el autor, es Dios mismo inmanente en el pensamiento humano, y la historia de las religiones es el esfuerzo progresivo gracias al cual Dios llega a tener conocimiento de sí mismo en la conciencia humana.
El Cristianismo es la religión suprema, pues en ella el Espíritu llega a la conciencia de ser lo Absoluto. La idea de Dios, infinita, absoluta, impersonal en su abstracción, se piensa reflejándose en el Hijo, imagen perfecta de la divinidad, y distinguiéndose de lo finito, a saber, del mundo, cuya recapitulación es el hombre. El hombre, como espíritu finito, es partícipe al mismo tiempo de lo Absoluto y del mundo. La identidad primitiva del espíritu finito y de lo infinito en el hombre es la inocencia, mientras el pecado es la voluntad de lo finito por adquirir una validez independiente; en el pecado, de alguna manera, Dios lucha consigo mismo, sometiéndose a la negación. Cristo es la conciliación de lo finito con lo infinito. En él Dios se reconoce hombre y el hombre llega a la conciencia de su divinidad.
En el Hombre-Dios, lo Absoluto tiene conciencia de sí como del Espíritu universal, y la Iglesia, en la que el Espíritu se realiza como comunidad, es el objeto adecuado de la conciencia de lo Absoluto, el retorno de Dios a sí mismo como Espíritu Santo, la síntesis. De esta manera se cumple esta inmanente trinidad, en la que la terminología ortodoxa no consigue cubrir la esencia panteísta del sistema.
G. Miegge