Delphine, Madame de Staél

Novela epistolar de Madame de Staél (baronesa Germana de Staél-Holstein, nacida Necker, 1766-1817), publi­cada en 1802. Delfina (v.), joven viuda, ge­nerosa y sensible, convencida de que tiene derecho a orientar su vida conforme a sus sentimientos, no se preocupa de los juicios del mundo. Ama y es amada por Leoncio, pero se compromete por salvar el honor de una amiga. Leoncio, torturado por los ce­los, cegado por la calumnia, engañado por la suave perfidia dé Sofía de Vernon, se casa con la hija de ésta, Matilde. Y cuando a la muerte de Sofía se descubre la verdad y se deshacen los equívocos, se desata la borrasca con una serie de conflictos mora­les. Delfina y Leoncio se aman a pesar de todo; pero Leoncio, al que la solución de un divorcio repugna por sus principios mo­rales, duda entre éste y su amor. Delfina se ha hecho ya monja, llena de dolor, cuan­do Leoncio, que se ha quedado viudo, la busca, pero aun estando ofuscado por la pasión, no tiene, por respeto humano, el valor de casarse con una mujer que, según las leyes revolucionarias, puede liberarse de sus votos monásticos. Desesperado, se alis­ta para la guerra civil y, condenado como noble, le fusilan, mientras Delfina muere envenenándose junto a él.

Después, la autora cambió el suicidio por una muerte por consunción. La novela, una de las prime­ras biografías femeninas de la literatura francesa, interesa por su triple valor: lite­rario, histórico y humano. Apenas publi­cada, suscitó discusiones, polémicas y co­mentarios como obra de vanguardia y casi manifiesto de un movimiento prerrománti­co, en el que la autora afirma nuevos prin­cipios en el campo sentimental y literario: literatura personal e individual, acercamien­to del arte a la vida, meditación de gran­des problemas, corrientes de pasiones mis­terio infinito del corazón humano. Es el liberalismo transportado a la literatura, el alba del Romanticismo, con todas sus inno­vaciones y sus defectos. Precursora de las novelas de pasión que, cimentadas en los impulsos del alma, transfiguran la verdad, Delphine, anillo de conjunción entre Rous­seau y George Sand, impresionó profunda­mente por la falta de prejuicios con que trata los problemas pasionales y las nue­vas relaciones sociales. Sobre el fondo de la Revolución, que se palpa más en los sen­timientos del momento que en los episo­dios épicos, se mueven personajes que en­carnan más bien una tesis que un carácter (incluso cuando Talleyrand está maliciosa­mente retratado en Madame de Vernon, mientras Benjamín Constant se refleja en Leoncio y en Lebensei), de manera que la narración, se resuelve no tanto en un con­flicto pasional, como en un contraste entre las teorías y los prejuicios de la vieja so­ciedad y las aspiraciones de la nueva.

A. M. Speckel