[Miloniana oratio, o más precisamente Pro Milone]. Se trata de uno de los más famosos Discursos (v.) de Marco Tulio Cicerón (106-43 a. de C.)» pronunciado en el año 52. Sin embargo, no se ha conservado tal como fue pronunciado, sino como fue escrito; la exposición oral no tuvo por lo visto un gran efecto, ya que Milón fue condenado; el texto, en cambio, es admirado universalmente por las cualidades de su estilo. El proceso es de homicidio: Milón mató a Clodio, enemigo personal de Cicerón. El pueblo, enfurecido por la muerte del tribuno, invadió la Curia y la incendió. En estas dramáticas circunstancias, Cicerón asumió la defensa de Milón, pero, debido al alboroto de los partidarios de Clodio, se desanimó y no logró su objetivo. En el discurso se excusa, en primer lugar, por la emoción que le sobrecoge al hablar; confuta luego las acusaciones de los adversarios: Milón, confiesa, es cierto, que ha matado a Clodio, pero dio muerte al hombre particular, no al magistrado público, y sin querer, por lo tanto, perjudicar al Estado, tanto más cuanto que el culpable había actuado en legítima defensa.
Y por lo tanto, no hay que castigar a Milón, sino premiarle, ya que ha quitado de en medio a un hombre peligroso para el Estado. Es éste el más elocuente y el más estructurado de los discursos de Cicerón; en él se manifiesta, más que la amistad por el culpable, el odio al muerto; la elección de los argumentos, su disposición, su desarrollo, se impusieron en las escuelas de retórica como modelo de estilo. Sin embargo, no se trata de un frío estilismo o de una clásica perfección; la Defensa de Milón es principalmente un escrito partidista, pasional y sectario, compuesto por quien poseía un vivísimo amor a su patria y el sentido de la política.
F. Della Corte