Gedankengut aus meinen Wanderjahren]. Extensa autobiografía de Max Dauthendey (1867-1918), publicada en 1913. El poeta de Würzburg que había ya dedicado otro volumen a la memoria de su padre, El espíritu de mi padre [Der Geist meines Vaters], inicia la narración de su vida en el año 1890 y la prosigue hasta el 1900. En este decenio tienen lugar los grandes viajes de Dauthendey a alemania, Italia, Dinamarca, Suecia, Inglaterra, Francia, Rusia, México y Grecia, y tienen lugar a la vez las experiencias que marcan el paso del irreverente descontento juvenil a la serena compostura del hombre maduro, que extraviado a través de muchos vagabundeos materiales y espirituales, halla finalmente un «ubi consistam» en la vida y en el arte. Las memorias trascienden del tono corriente de notas y apuntes diarios, no sólo por la alta conciencia que el escritor tiene de sí mismo («Si echo a mis libros una mirada retrospectiva, puedo, sin querer adularme, llamarme heraldo poético de una nueva concepción de vida liberadora del hombre»), sino, sobre todo, por la intención no disimulada de transferir sus experiencias al plano histórico de una nueva revolución «ilustrada» basada en las dos proposiciones siguientes: «la mente cósmica, que sentimos aunque no vemos, no es ya posesión de un creador trascendental, sino posesión nuestra»; «la vida, tanto en el dolor como en la alegría, es una fiesta».
A la distancia de algunos decenios, aquella presunta «segunda edición de la Ilustración» que fue la época positivista, ha perdido gran parte de su aureola. Este volumen es, sin embargo, interesante, no sólo por las preciosas noticias que nos da sobre el desarrollo de la personalidad artística de Dauthendey, sino también como documento de un decenio de vida cultural y literaria alemana, desde tantos aspectos notable. Además, estas páginas tienen valor estilístico por sí mismas, son cordiales a menudo en la expresión de los afectos, visualizadoras en la representación de los tipos (recordemos sólo la figura del joven filósofo atomista que, en la tensión nerviosa de obrar los milagros científicos que comprueben sus teorías, corre el riesgo de perder verdaderamente la razón), desenvueltas en las largas digresiones sobre problemas sociológicos y literarios, y cálidamente oratorias, cuando combaten presuntos errores estéticos y morales.
G. Necco