[Vom Musikalisch-Schónen]. Ensayo estético de Edward Hanslick (1825-1904), publicado en 1854. Comúnmente considerado como el manifiesto de la tendencia a la «pura audibilidad», este ensayo debe ser colocado en el marco de su tiempo y entendido como reacción polémica contra las exageraciones románticas e idealistas. La escuela de Wei- mar (Wagner y Liszt) comenzaba a triunfar en alemania encaminando el teatro lírico hacia las formas del drama musical y la sinfonía, hacia la concepción pictórica narrativa del poema sinfónico. El principio de la unidad del arte instaurado por Hegel parecía que estuviese a punto de transformarse en el de la confusión de las artes. Wagner impulsaba la capacidad expresiva de la música hasta el simbolismo descriptivo de sus temas. Contra este estado de cosas Schumann había ya saludado en el jovencísimo Brahms, el campeón de un nuevo clasicismo; y a Brahms permaneció Hanslick siempre unido en devota amistad. Según Hanslick la unidad del arte es un mito peligroso. Todo arte ha de ser referido a su técnica.
La música no tiene capacidad para expresar sentimientos, sino a lo más, solamente su variable intensidad dinámica; pero es menester que la enunciación del sentimiento sea presentada a la música desde el exterior, ya que ella no tiene facultad de determinarlo. Lo Bello musical no consiste, por esto, en la expresión de los sentimientos y, mucho menos, en los sentimientos y los fantaseos que la música puede suscitar en los oyentes, sino en un armonioso sistema de alusiones, de simetrías, de equilibrados contrastes, que dan norma y proporción al «arabesco» musical. La doctrina de Hanslick se presenta, pues, como un típico momento de reacción, que afirma polémicamente un extremo, aislándolo de la sintética con su opuesto. Se atacan las degeneraciones románticas fundadas en un concepto equivocado de un arte único, total, que conduce, en la práctica, a intrusiones literarias y descriptivas en la música. En este sentido, Hanslick se adelantó (compartiendo también sus excesos teóricos) a esa fase de la música moderna que se llamó del objetivismo musical, y que fue una saludable desintoxicación del descriptivismo literario y pictórico y del simbolismo filosófico. [Trad. de Elisa Luxán de García Dana (Madrid, 1876) con el título La belleza de la Música].
M. Muccioli