De la Tierra a la Luna, Jules Verne

[De la Terre á la Lune]. Novela de aventuras del escri­tor francés Jules Verne (1825-1905), publi­cada en 1865, de la que es continuación y parte integral la titulada Alrededor de la Luna [Autour de la Lune], aparecida en 1870. Al final de la guerra de Secesión de América, el Gun-Club, círculo de artille­ros de Baltimore, decide ponerse en comu­nicación con la Luna por medio de un enorme proyectil de aluminio disparado por un formidable cañón de 900 pies de lon­gitud. Lanzado el primero de diciembre, a las once menos trece minutos, debía lle­gar a la Luna cuatro días después de su partida. El francés Michel Arden, un tipo «mejor elaborado que fundido», que todo lo veía en grande, excepto «a los hombres y las dificultades», pidió partir para la Luna en el monstruoso proyectil, y con él partieron el presidente del Gun-Club, Barbicane, su mortal enemigo, reconciliado al efecto y el capitán Nichols, el cual está convencido de que la empresa no puede triun­far. El proyectil preparado con todos los adelantos científicos y con las comodidades de un coche-cama, parte en una noche de luna, en presencia de millares de personas.

Durante cuatro días, los tres pasajeros, ani­mosos, llevan la agradable existencia de los pasajeros de un trasatlántico de lujo, inte­rrumpida sólo por acontecimientos extra­ordinarios, como la ceremonia en la que suspendidos en medio del aire, por hallarse ya fuera del influjo de la gravitación te­rrestre, brindaron con botellas y vasos igualmente suspendidos en el interior del proyectil, para festejar el paso de la atmósfera de la Tierra a la de la Luna. El encuentro imprevisto con un bólido desvió la trayectoria del proyectil, que siguió a la Luna como un satélite, ofreciendo así a los viajeros la ocasión de verla y describirla sin caer en ella. Así, siguiendo su órbita elíptica, el proyectil se fue alejando y tornó a la Tierra, cayendo en el Pacífico donde luego flotó. Allá encontró a los via­jeros la corbeta «Susquehann», en la que viajaban en su busca el director del obser­vatorio de Cambridge, Belfost, y Maston, secretario del Gun-Club, que habían segui­do el viaje interplanetario con un enorme telescopio colocado en Longs Peak, en las Montañas Rocosas. Las dos obras, en las que Verne recogió algunos de sus persona­jes más felices, el solemne Barbicane, el impetuoso Nichols, el alegre Arden, el for­midable calculador y generoso Maston, es­tán animadas, más que otras producciones de Verne, por un humorismo fácil, pero agradable, que pone un sentido de verdad en la loca aventura.

A. Fabietti