De la Humanidad del Hijo de Dios, Pietro Aretino

[Dell’umanità del Figliol di Dio]. La más notable entre las obras sagradas de Pietro Aretino (1492-1556), la más orgánica, la más extensa, la mejor desarrollada; el texto evangélico está expuesto con marcado énfasis que en ocasiones no excluye la sin­ceridad. No porque el juicio emitido por muchos de sus contemporáneos (no obstante el gran éxito de venta) sobre las obras sa­gradas del Aretino y más tarde el de todos los historiadores de literatura sea justa­mente negativo, se debe negar de plano y en todos sus aspectos que contengan algo interesante merecedor aún de ser leído, como en esta vida de Cristo. «Yo sé mejor creer en Cristo que ellos hablar de Él», dice el mismo autor, en una carta al impresor Marcolini, encarándose con sus adversarios. Y ciertamente causaba impresión que un aven­turero de su talla osara, fingiendo casi una conversión, acercarse a la figura del Reden­tor.

Tres prelados, en presencia de Tiziano, decidieron arrojar a las llamas ésta y las demás obras ascéticas de Aretino, como obras de un profanador; pero hasta mucho después, en 1558, no se dictó la prohibición oficial. Grande fue, en cambio, el éxito del libro. Nicolás Martelli escribía que la Bi­blia, una cosa más bien prolija, difícil de entender y de leer, había sido reducida por el Aretino a «breves y verdaderas senten­cias» que llegan realmente al alma. No da prueba Martelli de buen gusto prefiriendo a la solemne poesía de los libros bíblicos y evangélicos la intrincada y artificiosa pala­brería de Pietro Aretino, pero esto es testi­monio de cómo fue recibida por un extenso sector del público. La Humanidad fue publi­cada en Venecia el 1535 en tres libros (la llamada Pasión de Jesús no es más que la tercera parte de esta obra). La narración es viva, llena de episodios, se atiende al ’ texto y da lugar a expresiones de singular carácter aretinesco, pero su tono es serio.

Un poco de lubricidad en la descripción de la Magdalena (pero no excesiva; no es com­parable con las sensuales páginas de la ten­tación en la Vida de Santo Tomás de Aquino, v.). Las mejores páginas son las relati­vas a la Matanza de los Inocentes, al Bau­tismo de Jesús, a los milagros por Él obra­dos, a la despedida de su Madre, traición y muerte de Judas, crucifixión y muerte y descendimiento de la cruz, bajada al Limbo, resurrección, triunfo y ascensión a los cie­los. El reconocimiento de la grandeza de Cristo le lleva a emplear un tono solemne que no siempre rehúye el artificio. En esta obra, como en las demás de asunto sagrado, Aretino, no muy experto en la doctrina religiosa ni en las lenguas clásicas, fue ayu­dado por amigos: Franco se jactó de haberle traducido algunos pasajes latinos.

E. Allodoli

…no respeta el asunto, no se detiene ni se entrega a él; pero hace de él su instru­mento, sus medios, aun a costa de profanarlo inadecuadamente. Trata de Jesús como de un caballero andante. (De Sanctis)