De la Democracia en Francia, François Guizot

[De la Démocratie en France]. Opúsculo impreso por François Guizot (1787-1874) .en Bruselas, en febrero de 1849, en el que el ex ministro de Luis Felipe expresa, en cierto modo, su credo político. Escribien­do poco después de la revolución y de las sanguinarias revueltas del 1848, e inmedia­tamente después de la elección del presi­dente de la nueva república, Luis Napo­león, visiblemente contristado por la caída de la monarquía burguesa de Luis Felipe y por el fracaso de la política de «justo me­dio» de la que había sido el apóstol, Guizot intenta una rápida síntesis de la situación francesa del momento, haciendo notar los peligros de la mentalidad dominante y proponiéndose indicar los remedios para los males políticos de su país. Los males y los peligros que afectan a la sociedad francesa provienen, según él, de una mal entendida idea de la «democracia», que se quiere fun­dar sobre una igualdad utópica de todos los hombres, y sobre un ruinoso nivelamiento de todas las condiciones sociales. Polemizando, especialmente con Proudhon, y refiriéndose a la experiencia y a las lec­ciones de la historia, Guizot demuestra que a una sacrosanta igualdad jurídica de to­dos los ciudadanos, debe corresponder necesariamente cierta desigualdad de las con­diciones sociales y, por ende, de los po­deres políticos.

Cada clase de ciudadanos ha de tener su función en el estado; la destrucción de las clases sociales lleva, in­evitablemente, a la tiranía de un hombre solo, la de una exigua minoría, o bien a la anarquía, esto es, en cualquiera de los casos a la destrucción de la civilización. Los franceses habrían de darse cuenta de los elementos sociales que componen la na­ción; cada clase social, renunciando a la ambición de mandar ella sola y aniquilar a las otras, debe concurrir al bienestar ge­neral en una competición armónica con las clases rivales. La ideología democrática es connatural al progreso de la sociedad moderna, pero ésta, formidablemente em­pujada a las innovaciones, debe hallar su justo contrapeso en el conservadurismo ilu­minado de la «élite» de la nación. Es fácil ver en estas ideas la influencia de la admi­ración del autor hacia la constitución polí­tica inglesa, cuya formación histórica es­tudió con empeño. Su conservadurismo es, sin embargo, típicamente ochocentista, por­que se apoya sobre todo en la experiencia de los hechos, resultando mucho más prag­matista que dogmático; se podría definir como un conservadurismo iluminado y pro­gresista. La forma estricta y precisa, la claridad de las ideas, la argumentación fá­cil y rigurosa, fundada en una doctrina se­gura, confiere un mérito singular a este librito, con el que Guizot, después de su larga experiencia de gobierno, quiso dejar una especie de testamento político.

M. Bonfantini