De la Arquitectura Alemana, Wolfgang Goethe

[Von Deutscher BaukunstJ. Primer escrito en prosa publicado en el volumen De la manera y del arte alemana, de Wolfgang Goethe (1749-1832), publicado en 1773, de­dicado al «domini magistri Erwin Steinbach». Estas pocas páginas, nacidas de la emoción de Goethe ante la catedral gótica de Strasburgo, son el fruto madmo de una nueva evolución acaecida en su espíritu después del encuentro con Herder. La be­lleza como emotividad se le revela fuera de todo canon, así como el antiguo espíritu alemán que produjo el momento. La armo­nía en los detalles, que se funde con el atrevimiento y la majestad del conjunto, encuentra en esta soberbia obra de arte su más perfecta expresión. Sólo un alemán puede comprenderla, no la pueden com­prender los italianos o franceses, que acos­tumbrados a otras líneas, no saben más que repetir las columnatas del arte clásico. En su parte última, este trabajo fue más tarde el credo de toda la juventud de «Sturm und Drang» (v.).

Aquí Goethe define como arte verdadero el que «obra por me­dio de una sensibilidad interior, singular, propia e independiente, sin preocuparse de cuanto le es extraño, ignorándolo… Cuanto más se eleva el alma hasta el sen­tido de las proporciones, que ellas solas son bellas y eternas, cuyos acordes pueden ser demostrados, pero los misterios únicamen­te sentidos, y en las cuales sólo la vida del genio, semejante a Dios, se mueve en melodías de beatitud; cuanto más la belleza penetra en el espíritu de un ser, hasta el extremo de hacerse connatural con él… tanto más grande y feliz es el artista, y tanto más nos inclinamos ante él y adora­mos al ungido del Señor». Los gérmenes del nuevo titánico Goethe que inicia su ca­mino hacia el Prometeo (v.) están ya con­tenidos en estas pocas líneas. El sentido de la concreción individual de la obra de arte y del artista, fundidos en la universalidad del todo divino que domina con su devenir la historia de la humanidad, la vasta visión del filósofo Herder, traspasa el ánimo con­movido de Goethe que en su íntimo ardor, la plasma y la forja .

G. Federici Ajroldi