[Cours de philosophie positive]. Es la obra principal del filósofo francés Isidore-Auguste-Marie-Xavier Comte (1798-1857), publicada en París en 1839-1842. Es una exposición sistemática de toda la enciclopedia del saber filosófico positivo, o sea de todo el saber científico considerado desde el punto de vista de la filosofía positiva.
A su exposición Comte hace preceder la «ley de los tres estados», según la cual el desarrollo del pensamiento humano se realiza pasando por tres etapas sucesivas:
I) el estado «teológico» (o ficticio), en que el espíritu investiga la naturaleza primera de las cosas, las esencias y las causas finales, y se representa los fenómenos como producidos por la acción directa y continua de agentes sobrenaturales;
II) el estado «metafísico» (o abstracto): no es más que una modificación del precedente, en cuanto sustituye los agentes sobrenaturales de las cosas por fuerzas abstractas, «abstracciones personificadas» concebidas como capaces de generar por sí solas los fenómenos: en este estado «explicar» los fenómenos significa asegurar a cada uno la entidad correspondiente;
III) el estado «positivo» en que el espíritu humano renuncia a investigar el origen y el fin de las cosas, renuncia al estudio de las causas, y combinando experiencias y razonamientos, se limita a fijar las leyes efectivas de los fenómenos, esto es, sus relaciones invariables, de sucesión y similitud; «explicar» los fenómenos significa sólo establecer un vínculo entre los diversos fenómenos particulares y algunos hechos generales que el progreso de la ciencia intenta ir disminuyendo, cada vez más, su número; el carácter fundamental de la filosofía positiva consiste, pues, en considerar todos los fenómenos como sujetos a leyes naturales, invariables, eliminando el problema de las causas como cuestión inexistente.
La finalidad de la ciencia es la previsión: «savoir pour prévoir». En adelante en todas las ramas de lo que se puede saber la filosofía positiva ha derribado la mentalidad teológica y metafísica; sólo la filosofía de los fenómenos sociales (la «física social») no ha llegado todavía a este estadio: he aquí el gran cometido de la filosofía de nuestra época. Pero la filosofía social cierra todo el sistema de las ciencias y por esto la exposición de las líneas fundamentales de ésta debe ir precedida de la exposición de las ciencias desde el punto de vista filosófico (o sea en su relación con el sistema unitario del saber, esto es, desde doble punto de vista de los métodos y de sus principales resultados). Las ciencias se clasifican en un orden natural de generalidad y sencillez decreciente, que históricamente corresponde también a la diversa época en que han llegado al estadio positivo: matemáticas, astronomía física, química, biología y finalmente filosofía social, base y coronación de todo el sistema, y objeto propio de la filosofía. En ella Comte compendia, en efecto, la filosofía de la historia, de la cultura, la gnoseología y hasta la religión. En efecto, todo el saber está privado de sentido si no es referido al hombre: pero, como para Marx, para Comte el hombre no es el que sirve de objeto a la psicología, el individuo aislado, sino el hombre en cuanto sociedad, «espíritu objetivo», como hubiera dicho Hegel.
Por esto el realismo y el objetivismo que hay en la base de la filosofía comtiana no es el realismo dogmático prekantiano, sino un objetivismo que desarrolla de manera original las conquistas de Hegel y de su escuela. La sociología comtiana es todavía incierta en esta obra; proyecta una historia de la sociedad humana desde el punto de vista de la ley de los tres estados: la historia de la sociedad humana es la liberación progresiva del mito de la trascendencia y de la organización jurídico-estatal fundada en el dominio para llegar a un culto de la humanidad en que los hombres, sobre la base de la igualdad, se gobernarán democráticamente. La política del Curso es todavía preferentemente intelectualista; después, en el Sistema de política positiva (v.) y en el Catecismo positivista (v.) vendrán a prevalecer elementos sentimentales, y la visión crítica del problema de una sociología filosófica se oscurecerá en una dogmática utopista. El Curso constituye por esto, no sólo la principal obra de Comte, sino el texto más sólido y más profundo del positivismo filosófico. G. Preti
Está todo lleno de estupideces. Hay fragmentos inmensamente cómicos y grotescos. Son las deplorables utopías que agitan nuestra sociedad y amenazan con cubrirla de ruinas. (Flaubert)