[Vier Bücher von menschlicher Proportion]. Es la mayor obra teórica de Albrecht Dürer (1471-1528), publicada después de su muerte en Nüremberg, en 1528. Primero entre los artistas nórdicos, el gran pintor alemán estudia en ella, basándose en Vitrubio y organizando metódicamente el estudio empírico de la naturaleza, el problema de las proporciones del cuerpo humano que desde hacía un siglo apasionaba a los artistas y teorizadores del Renacimiento italiano. El tema de los dos primeros libros de la obra es la construcción, con métodos diversos, de varios esquemas de cuerpos masculinos y femeninos, cuya altura oscila entre siete y diez cabezas. El tercer libro trata de las maneras de variar los tipos descritos precedentemente, y termina con una digresión notabilísima para el conocimiento de las ideas estéticas y del carácter moral del escritor. El último libro, en fin, estudia las proporciones de los miembros en relación con los movimientos.
Numerosas figuras grabadas por el autor constituyen el complemento necesario del texto, árido y a veces fatigoso en la expresión. A pesar de la fascinación ejercida sobre Dürer por el mundo artístico del Renacimiento, sus investigaciones tienen un carácter bastante diferente de las de los tratadistas italianos. Él, en efecto, se propone no tanto corregir a la naturaleza, definiendo un canon de perfección ideal, cuanto indagar acerca de ella, sirviéndose de medidas precisas y minuciosas, con cuyas normas la naturaleza misma construye los organismos humanos, según las variables condiciones de la edad, el sexo, el temperamento, la raza y la condición social. Para el escritor no existen dos individuos absolutamente semejantes entre sí: sin embargo, en su concepción, la relativa uniformidad del tipo sirve de contrapeso a la infinita multiplicidad y singularidad de las formas naturales. Los dos principios reunidos expresan el modo según el cual obra la naturaleza, convirtiéndose por ello en reglas fundamentales para la actividad del artista. Se encuadra en este orden de ideas la tentativa de deducir teóricamente también lo característico y lo anormal, que para Dürer pertenece también al arte por derecho propio.
Siendo inalcanzable para el hombre la perfección absoluta, no trata de dar un valor normativo absoluto a los resultados de sus investigaciones, sino más bien de fundamentar más seguramente, en interés de los artistas compatriotas suyos, la práctica del arte, dándoles una «directriz para el apunte rápido». Un elaborado contrapunto del dibujo, que, sin embargo, deja amplio margen a la iniciativa personal, viene así colocado en la base del estudio empírico del modelo y de la libertad imaginativa tan querida por el arte alemán de su época, enraizada todavía en la tradición gótica medieval. La tentativa, realizada por Dürer en estrecha conexión con su actividad de pintor, de elaborar los problemas teóricos del Renacimiento sin traicionar su íntima naturaleza de artista nórdico, se presenta por ello como sustancialmente original, a pesar de las numerosas imitaciones de obras italianas. Particularmente notables, son, a este propósito, las relaciones con el pensamiento de Leonardo de Vinci (v. Tratado de la pintura) con el que sólo puede compararse Dürer por la universalidad de sus intereses y por su compleja personalidad de teorizador y de artista. Traducido casi en seguida al latín (1528) y luego divulgado en las principales lenguas europeas, el libro se hizo pronto célebre; por lo demás, Dürer no tuvo, como teórico, ningún verdadero seguidor y su pensamiento fue entendido por lo general dogmáticamente, en contra de sus propias intenciones.
G. A. Dell’Acqua