Crónica del Rey Don Juan I, Fernáo Lopes

[Chrónica del Rei Dom Joao I de Portugal]. Es­crita por el portugués (1380?- 1460?), primer cronista del reino entre 1434 y 1443, se publicó póstuma en Lisboa en 1644, en dos tomos, pero en un solo volumen. La crónica consta de dos partes y abraza los años que van desde la muerte de Fer­nando I hasta la expedición de Ceuta. Apro­vechando el descontento popular hacia la reina Leonor, nombrada regente del reino, Álvaro Pais sublevó al país e hizo procla­mar regente al «Maestre de A vis» Juan, bastardo de Pedro I y hermano del rey muerto (1383). Juan mató al conde Andeiro, favorito de la reina, y reuniendo una asamblea popular, se hizo proclamar rey, bajo el nombre de Juan I. El rey de Cas­tilla, pretendiente al trono portugués como esposo de Beatriz, hija de Fernando e Isa­bel, invadió entonces el reino, asediando a Lisboa, pero Juan resistió a los invasores y por fin los derrotó en la batalla de Aljubarrota (1385). Aseguradas las bases de la corona, el «Maestre de Avis» comenzó en seguida a proceder contra la nobleza de modo que la monarquía, engrandeciéndose a expensas de la aristocracia y de las cor­tes, poco a poco desautorizadas, se organizó como poder absoluto, preparando el esplen­dor de la casa de Avis. Lopes, el primero de los grandes cronistas portugueses, es un narrador vigoroso y pintoresco, que hace revivir a los personajes que describe, y sabe dar una imagen clara de los acontecimien­tos que narra.

C. Capasso

*  La crónica fue continuada por Gomes Eannes de Zurara o Azurara (1410?-1474), que sucedió a Lopes en el cargo de primer cronista y director del archivo nacional. La crónica de Zurara, que repite el título de la obra de Lopes (llamada también Crónica da tomada de Ceuta) de la que es la ter­cera parte, fue publicada también póstuma en Lisboa en 1664. Trata del último período del reinado de Juan, período que vio nacer el imperio portugués. El «Maestre de Avis», aseguradas las fronteras terrestres, gracias a sus alianzas, se preparó para combatir a los moros que desde África amenazaban las costas portuguesas, y en 1415, tras un largo asedio, se apoderó de Ceuta, en Marruecos. Puesto el pie en el suelo africano, amplió lentamente sus conquistas y en 1420 tomó Madera, a la que siguieron las Azores en 1432. Durante este tiempo, el príncipe don Enrique el Navegante, uno de los hijos de Juan, a la cabeza de una expedición marí­tima, realizó los primeros descubrimientos que abrieron a Portugal las puertas de Oriente. La crónica termina con la muerte de don Juan, ocurrida en 1433. A pesar del énfasis y la retórica de que reviste su sen­timiento nacional, Zurara demuestra un in­dudable discernimiento en el uso de las fuentes y un sentido político que hacen de él un escritor autorizado e imparcial.

C. Capasso