[De opificio Mundi]. Tratado astronómico-filosófico de Juan Filopón (siglo VI d. de C.) dedicado al patriarca Sergio de Antioquía. Esta obra, en la que un exégeta cristiano, examinando las principales hipótesis astronómicas, intenta justificar la cosmogonía mosaica, es una de las principales de la vasta producción cristiana florecida en el declinar de la civilización alejandrina. Juan impugna las varias opiniones de los astrónomos griegos, quienes nunca llegaban a ponerse de acuerdo acerca del número de las esferas celestes, y hace observar que Hiparco de Nicea y Tolomeo, imaginando una esfera sin estrellas exterior al resto del mundo, seguían en esto la doctrina de Moisés, quien no quiso, por otra parte, hacer consideraciones de carácter técnico sobre la naturaleza, sino conducir a los hombres al conocimiento de Dios y enseñarles a vivir según este conocimiento.
Según la enseñanza bíblica en el primer día Dios creó el cielo y la tierra. Él considera el cielo distinto del firmamento creado en el segundo día y poblado de estrellas en el cuarto. En el cielo primitivo, desprovisto de estrellas, Filopón reconoce la novena esfera que el descubrimiento del movimiento de precesión de los equinoccios había obligado a los astrónomos alejandrinos a colocarla más allá de los límites del mundo para transmitir el movimiento diurno al cielo entero. Y puesto que Moisés ve formarse el firmamento en medio de las aguas, Filopón demuestra la exactitud de esta afirmación contra las de Platón y de Aristóteles: «Moisés, diciendo que el mundo ha sido creado en medio de las aguas, nos sugirió el pensamiento de que la sustancia del firmamento está, en su mayoría, formada de agua. En efecto, los cuerpos celestes son transparentes y sabido es que los únicos elementos dotados de transparencia son el agua y el aire». En todas las discusiones acerca de la naturaleza de los cielos, Filopón parece atenerse a la hipótesis peripatética de la «quinta esencia», mientras que en lo relativo a las doctrinas físicas, muchas veces se inspira en la escuela estoica.
Toda la obra refleja el esfuerzo, característico del pensamiento cristiano alejandrino, de establecer una relación entre las afirmaciones de la cosmogonía griega con el Génesis bíblico, excluyendo, en la teoría pagana, las equivocaciones y dejando lo que estaba de acuerdo con la verdad revelada.
A. Uccelli