Cosa Cumplida… Sólo en la otra Vida, Fernán Caballero

Seis diálogos compuestos por Fernán Caballero (Cecilia Bóhl de Faber y La­rrea, 1796-1877) que se desarrollan entre la marquesa de Alora, a la que la juventud da una ingenua fe en la existencia, y el conde de Viana, anciano caballero al que la experiencia de la vida enseñó que — como dice el título de la pequeña obra — la per­fección no es de este mundo. Cada diálo­go contiene uno o más cuentos, alternados con digresiones sobre temas de arte, moral y religión, que tienen todos la intención de demostrar una tesis, en variación del tema fundamental.

En el primer diálogo, la re­presentación de la felicidad de una pobre familia, en el último momento afectada de una grave desgracia, demuestra que no hay en este mundo felicidad segura y duradera.

En el segundo la triste historia de un pescador que se vuelve loco par haber perdi­do en el mar, en una noche de tempestad, a su amado hermano, demuestra la gran virtud de la resignación cristiana, que es lo único que permite a la infeliz madre se­guir viviendo después de dos desgracias tan graves.

En el tercer diálogo, a través del retrato de un cantor y organista de una aldea que funda la felicidad propia y de su familia sobre la serena y pía devoción a la tierra y a la Iglesia, se llega a la moraleja que «la tierra es un destierro, la patria está en los cielos».

El cuarto diálogo narra la historia de un general, cuya muer­te todo el mundo considera como la conclusión cristiana de una vida feliz, tran­quila y honrada, mientras que en realidad murió de dolor y de vergüenza por las fe­chorías de uno de sus hijos, libertino y ladrón.

El quinto diálogo, a través del caso de un joven campesino que, llamado a cumplir su servicio militar, pierde un ojo y regresa a su casa, vivo, pero deforme, quiere enseñar que es preciso no quejarse nunca demasiado por una desgracia, pen­sando siempre en que hay otras peores.

En el sexto y último diálogo, una larga digre­sión sobre un viaje en diligencia con el estudio de los pasajeros y descripción de lugares y obras de arte, se inserta en el cuento de un joven trabajador que, vol­viendo de América, adonde había ido para hacer fortuna, encuentra a su novia muer­ta.

La moraleja general es repetida a me­nudo a través de la exaltación retórica de las sencillas virtudes del pueblo, cuyos sen­timientos son, sin excepción, más puros que los de las clases elevadas. Al igual que en casi todas las obras de Fernán Caballero, el predominio de su moralismo rígido y ortodoxo disminuye notablemente el valor y el interés del libro en el que personas y ambientes no viven de una vida propia, sino de los principios que representan y de las actitudes que consiguen improvisar.

A. Manganiello