Constituciones Apostólicas

Así se titu­la una compilación de derecho eclesiástico que es el resultado de una larga elabora­ción. En ella pueden distinguirse tres par­tes. La primera comprende los seis primeros libros, y es una ampliación de la llamada Didascalia de los Apóstoles, obra pseudo-apostólica que circuló en Siria y Palestina ya en la primera mitad del siglo III. La Didascalia trataba de la moral cristiana y de la constitución disciplinaria de la Igle­sia. El compilador de las Constituciones Apostólicas dejó intacta la parte estricta­mente moral, al paso que, en armonía con la ulterior evolución de la vida eclesiásti­ca, modificó sustancialmente las decisiones contenidas en la Didascalia acerca de la jerarquía y el culto. El libro VII de las Constituciones comprende dos secciones: la primera no es más que una paráfrasis de la antiquísima Doctrina de los doce Apóstoles; la segunda ofrece formularios de oraciones, normas para la instrucción de los catecúmenos y para la administración del bautismo; al final se incluye un catá­logo de los obispos consagrados por los Apóstoles. La tercera parte de las Constitu­ciones, comprendida en el libro VIII es, sin duda, la de más valor de toda la obra.

Se subdivide en tres secciones, la primera consagrada a los carismas, que depende probablemente del tratado titulado preci­samente De los carismas, de Hipólito; la segunda está consagrada al ceremonial de las ordenaciones, así de los obispos como de los sacerdotes, de los diáconos y diaconisas, de los subdiáconos y de los lectores; la tercera parte contiene, bajo el nombre de Cánones, normas generales y más bien confusas para todos los estados eclesiásti­cos. Las Constituciones se concluyen con ochocientos cánones eclesiásticos que se di­cen de los Santos Apóstoles, concernientes también a las funciones del clero y a sus deberes morales. De estos cánones, veinte están sacados de las prescripciones del sí­nodo de Antioquía del año 241. El último canon enumera los libros del “Antiguo” y del “Nuevo Testamento”, omitiendo el Apo­calipsis e insertando entre las epístolas ca­tólicas y los Hechos de los Apóstoles “dos epístolas de Clemente y las Constituciones que a vosotros, obispos, os fueron propues­tas por mí, Clemente, las que, sin embargo, por las cosas místicas que contienen, no deben ser de todos conocidas”. Las pacien­tes investigaciones realizadas por Funk hace unos decenios en torno a esta preciosa compilación han llevado a resultados que pueden estimarse definitivos. Tales resul­tados son: unidad de autor; lugar de ori­gen, Siria; fecha de compilación, principios del siglo V.

E. Buonaiuti