Cicerón, Carlo Passeroni

[Cicerone]. Poema burlesco en octavas, de 101 cantos, obra de Carlo Passeroni (1713-1803), publicado de 1755 a 1774. Con esta obra, que finge ser una traducción del manuscrito caldeo de un cierto Giambartolomeo, el autor se proponía evocar en verso la biografía del famoso orador roma­no, en tres grandes partes, tratando de su vida privada, de su vida de patriota desde el final de sus estudios hasta su elevación al Consulado y, por fin, desde el Consulado hasta su muerte; pero, en realidad, el tema le sirvió de pretexto para infinitas digre­siones, trayendo de continuo alusiones a la época del autor, y poniendo de relieve nu­merosísimos episodios y cuadros que son una amplísima y divertida sátira de las costumbres de su tiempo. Con gran facili­dad, Passeroni deja oír su opinión llena de buen sentido y de agudeza, sobre los vicios de la nobleza, sobre las modas, sobre las ocurrencias de las mujeres, sobre las voca­ciones monásticas forzadas, sobre el amor a las cosas frívolas, sobre las murmuraciones y las manías mundanas del XVIII. En con­junto, la obra es fastidiosa por su excesiva prolijidad y, sin embargo, en su fundamen­tal seriedad moralizante, que anuncia al Día (véase), de Parini, y en la vivacidad casi humorística de las disquisiciones autobio­gráficas de que tanto gustaba Sterne, este poema de «nueva invención» se puede leer hoy todavía con interés. Hacia el final de la obra, el escritor se acuerda de Cicerón e inserta su biografía sacada de un histo­riador inglés, Conyers Middleton; según el buen abate, el orador latino es un ejemplo de virtud y de sinceridad, tanto en su vida privada como en la civil. En estos trozos de clara intención moral, Passeroni deja sen­tir el soplo innovador de su siglo, un senti­miento de humanidad y de gentileza social y, sobre todo, la exigencia de una vida que no pierde su tiempo en fruslerías, sino que juzga los males en el sentido de favorecer al bien y al triunfo de la justicia.

C. Cordié

A los dardos de Passeroni les falta la pun­ta y le falta también la gracia a su sal. (De Sanctis)