Chung Yung, Tzü Ssü o K’ung Chi

[El libro del justo me­dio]. Obra especulativa china, escrita tal vez por Tzü Ssü o K’ung Chi (492-431 a. de C.), nieto de Confucio. El punto esen­cial de esta obra, como muestra el primero de sus 30 libros, se refiere al «tao» de la sinceridad, que es una unión del equilibrio y de la armonía. «Lo que el cielo ha dado se llama Naturaleza (del hombre); la con­formidad con esta naturaleza es llamada “tao” (camino que hay que recorrer); el cultivo del “tao” se alcanza a través de la instrucción. El “tao” no puede ser dejado ni por un momento; si se pudiese de­jar ya no sería el “tao”. Por esto el sabio es cauto hasta en lo que no ve y temeroso hasta en lo que no siente. Nada es más visible que lo que está secreto y nada más evidente que lo minucioso. Por esto el sa­bio vigila hasta cuando se halla solo. Cuan­do el placer, la cólera, la tristeza y la alegría no se manifiestan, se posee el equi­librio. Cuando estos sentimientos se mani­fiestan en justa medida se posee armonía. El equilibrio es la gran raíz del mundo, y la armonía la regla universal. Cuando equi­librio y armonía existen en perfección, cie­lo y tierra se hallarán en justas proporcio­nes y todos los seres prosperarán».

El or­den cósmico depende completamente del equilibrio y de la armonía, y así también el orden humano. Puede ser virtuosa la persona, regulada la familia y bien orde­nado el gobierno, sólo cuando equilibrio y armonía sean perfectos. Entre estos dos conceptos media la misma distinción que existe entre pensamiento y acción; el pri­mero es base del segundo y denota la calma de la mente y las virtudes interiores, mien­tras que la armonía se manifiesta princi­palmente en la conducta exterior; y la unión de ellos es llamada sinceridad, que puede conmover hasta a los dioses. El au­mento de la vida interior profundiza la doctrina confuciana y le presta un valor metafísico. Con todo, el pensamiento del Chung Yung es algo más oscuro que el Lun Yü (v.). Es justísima la observación del gran filósofo Chu Hui-an (1130-1200) de que es necesario leer bien el Ta Hsüeh (v.), después el Lun Yü y finalmente el Méng Tzü (v.); cuando se han entendido estas tres obras, se comprende ya la mitad del Chung Yung. Porque la primera de estas obras es el silabario del confucionismo, las dos si­guientes son su aplicación, y esta última su lógica. Cfr. E. Erkes, Zur Textkritik des Tschung-yung, «Mitteil. d. Seminars f. Orient. Sprachen» (Berlín, 1917); J. Legge, Chínese Classics, vol. I (Oxford, 1893).

P. Siao Sci-yi