[Colección completa del maestro Chu], Colección de textos filosóficos de Chu Tzü o Chu Hsi (1130- 1200), famoso filósofo chino que viene a ser como un «maestro» cultural en el verdadero sentido de la palabra; gran sistematizador de las doctrinas anteriores a él y comentador de los clásicos, aparecen en su obra huellas de su vigorosa personalidad.
La obra, que ha llegado a nosotros en sesenta y cuatro volúmenes, es un resumen de las obras Wén Chi [Colección literaria, 121 volúmenes] y Chu Tzü Yü Lei [Diálogos varios del maestro Chu, 140 volúmenes], recogidas por sus discípulos. La metafísica de Chu Hsi es una síntesis de la interpretación del «T’ai-chi» de Chou Lien-ch’i (v. Chou Tzü Ch’üan) y de la «teoría de la razón y del Ch’i» de Ch’éng I-ch’uan, (v. Erh Ch’éng Ch’üan Shu). El origen del universo es el T’ai-chi, que proviene del Wu- chi (según la idea ya expresada por Chou Lien-ch’i); pero nuestro filósofo explica que este último es un concepto en cierto modo artificioso, añadido al T’ai-chi inmaterial: en realidad ambos términos indican la misma cosa. «El T’ai-chi es la razón del cielo, de la tierra y de todos los seres; hay además un T’ai-chi entre el cielo y la tierra y, todavía, otro T’ai-chi en cada ser en particular. Esta razón existe desde antes del cielo y de la tierra, y, moviéndose, genera Yang, mientras que cuando está en reposo genera Yin» (Yin y Yang son dos modalidades del universo). Esta razón que domina al universo, crea la naturaleza de los seres cuya forma modela con el Ch’i (espíritu). En cuanto a lo moral, este espíritu se manifiesta en cinco virtudes (humanidad, justicia, propiedad y ritos, sabiduría y fidelidad), mientras que en lo tocante a lo material, Ch’i se manifiesta en los cinco elementos (metales, madera, agua, fuego y tierra). Pero en último análisis, nuestro filósofo no considera justa esta distinción: Razón y Ch’i son inseparables en los seres, como la forma y materia en Aristóteles, porque el autor sostiene, basándose en los filósofos anteriores a él, que la variedad de los seres se debe a la pureza y a la sutileza del Ch’i. En la naturaleza humana se da también el dualismo entre razón y Ch’i; la primera es un modo del ser, todavía sin exteriorizar; la segunda es lo que se manifiesta (al exterior).
De esta distinción nacen los conceptos opuestos del bien y del mal, de la sabiduría y de la ignorancia. Los sentimientos son las manifestaciones de la naturaleza y son inseparables de ella. La primera virtud es la humanidad, que abraza a todas las demás virtudes, y es afín a la principal virtud del universo: la Creación. Al conocimiento de esta «humanidad» se llega de dos modos: investigando las cosas a fin de extraer de ellas las normas de nuestra conducta práctica y autodisciplinando el espíritu para concentrar el pensamiento en una sola idea sin dejar que se ofusque ni con cosas externas, ni con deseos. Los espíritus y los espectros tienen como fin el de regular la unión y la dispersión del Ch’i. Pero el Ch’i, una vez disperso, no se puede ya reunir; por eso la transmigración budista de *las almas es imposible y falsa. Éstos son los motivos esenciales del pensamiento de Chu Hsi, que desarrolla después su. estudio en todos los campos: astronomía, budismo, crítica filosófica, crítica histórica, etc. Importancia particular tienen sus cuatro libros sobre la escuela confuciana: Los Diálogos (v. Lun Yü), La gran ciencia (v. Ta Hsüeh), El justo medio (v. Chung Yung) y el Libro de Mencio (v. Méng Tzü). Cfr. J. P. Bruce, The Philosophy of human nature by Chu Hsi, An Introduction to the philosophy of Chu Hsi (Londres, 1920); T. Me. Clat- chie, Confucian cosmogony, a translation of sect. IX of the Complete works of the philosopher Choo-foo-Tze (Shanghai, 1874); St. Le Gall, Le philosophe Tchou Hi, sa doctrine, son influence (Shanghai, 1923), que constituyen el N. 6 de la importante colección Variétés Sinologiques.
P. Siao Sci-yi