Compilación hecha en 1236 por Lucas, obispo de Tuy — el Tudense, suele llamársele — por encargo de doña Berenguela; ella pidió a su hijo, Fernando III, le confiriese dicho obispado. Es el primer cronista oficial de que tenemos noticia. Insertó en la obra: para la parte pregoda, la crónica universal de San Isidoro, que, precedida de un prólogo y una disertación «de excellentia Hispaniae», del compilador, forma el libro I; las historias, también isidorianas, de los vándalos, suevos y godos, que con otro prólogo forman el II; una crónica de autor desconocido, que don Lucas da — erróneamente — por obra del arzobispo toledano San Ildefonso, la cual, con la de San Julián, completada con partes de las crónicas de Alfonso III y Silense, forma el libro III, con que acaba el período visigodo; en el IV y último, que abraza hasta la conquista de Córdoba (1236), sólo se han reconocido hasta ahora fragmentos de las dos citadas, así como las de Sampiro y Pelayo, creyéndose que todo lo demás que contiene la compilación, o su mayor parte, es del propio don Lucas, que habría así seguido la norma usual de los compiladores, de historiar por sí mismos los sucesos recientes.
La narración da a veces, en esta parte final, la impresión de testimonio directo; es probable que el autor asistiese, incluso, a las expediciones bélicas; «Cordubam venit», dice en una ocasión. En cuanto a las crónicas ajenas insertas, todas son por él alteradas más o menos, según la práctica corriente. Goza el Tudense fama de crédulo y poco de fiar, aunque en algunos aspectos tiende hoy más bien a acrecerse su autoridad. En lo literario su prosa latina extrema la sencillez y la falta de ornato y de pretensiones clásicas. Ha de concedérsele, en cambio, haber sido el primero en acudir, en calidad de fuentes, a los cantares juglarescos, adoptando varios temas poéticos, todos leoneses. También anima su relato el entusiasmo patrio, mostrando gran admiración por las cosas y los hombres de España, San Isidoro en primer término. Se hizo pronto, tal vez a fines del mismo siglo XIII, traducción castellana, una de cuyas versiones ha sido publicada (1926); la obra latina lo había sido en el t. IV de la Hispania illustrata (1608), cuidando la edición el P. Mariana.
B. Sánchez Alonso