[Lettere]. Importantes documentos de la vida de Ludovico Ariosto (1474-1533) son sus Cartas en lengua vulgar, recopiladas orgánicamente por primera vez por Antonio Cappelli en 1862, y en una nueva edición aumentada, dedicada a Luigi Cibrario, en 1866. Se trata de cartas de negocios y profesionales, de gobierno y de política, dirigidas a Hércules I y a Hipólito de Este, a Equícola, a León X, a los Ancianos de la república de Lucca, al Bembo y a otros numerosos personajes e instituciones ciudadanas. Siguen cartas escritas en nombre del cardenal Hipólito, y proclamas publicadas durante el gobierno de la Garfagnana. En todos estos textos se nota un sentimiento preciso y metódico del deber, y un severo cuidado de las funciones que tenía asignadas. Al lado de las Sátiras (v.), se nota en las Cartas generalmente improvisadas, y si no pulidas en la forma, por lo menos escritas con inmediatez y vivacidad, un mundo de cosas prácticas, entre cuestiones políticas y rivalidades de intereses, que está muy lejos de la atmósfera poética del Orlando furioso (v.). Aquí está la vida del autor, entre sus exigencias familiares, los deberes de su cargo y la variada naturaleza de la sociedad de su tiempo: aspecto profundamente humano que explica el valor de sus desahogos satíricos pero justifica también los ribetes políticos y morales del poema y precisa su alcance en el cuadro de las condiciones de Italia. Estas Cartas revelan el buen funcionario que se interesa por someter a los bandidos y asegurar una relación política, calmar una discusión que va para largo o resolver una cuestión relativa a milicias o a fronteras, y es una zona humana que muchos descuidan al estudiar la vida de Ariosto y tratar de comprender sus motivos espirituales a menudo en conflicto, como en las Sátiras, pero ligada además a un fermento de sentimientos y motivaciones de los que surgirá cada vez más pura la creación del poema, verdadera flor del Renacimiento y de la agitada y atormentada vida del artista.
C. Cordié