Son los célebres ordenamientos dictados por Carlomagno desde el año 789 al 813 para regular la vida religiosa en el reino franco. La parte principal de ellos está constituida por la «Admonitio generalis» que contiene las directrices fundamentales para el clero, las cuales consisten en predicar y enseñar la fe católica de la Santa Trinidad, la oración del domingo y el símbolo apostólico. Siguen luego varios capitulares («capitulare missorum, capitula e canonibus excerpta, capitula de presbyteris admonendis, etc.») en los qué se van repitiendo las reglas sobre la confesión, las oraciones, el bautismo y la predicación. La recomendación más insistente en las directrices al clero es «praedicare et docere»; todos los capitulares quieren imponer principalmente dos cosas: de un lado el conocimiento y el estudio profundo, y del otro la enseñanza y la instrucción de las masas. Precisamente por ello tienen gran importancia no sólo para la vida religiosa, sino también para la vida cultural de la época carolingia.
M. Pensa