Cantos de España

Op. 232, para pia­no, de Isaac Albéniz (1860-1909), compues­ta en el período juvenil, cuando alternaba las tareas de creación con una brillantísima y turbulenta carrera de concertista. Es una de las más citadas obras del primer esti­lo de Albéniz (v. Suite española), pese a lo cual raramente se incluye en los recitales pianísticos. A manera de suite, contiene los títulos siguientes: «Preludio», «Oriental», «Bajo la palmera», «Seguidillas» y «Córdo­ba»; «Preludio» y «Seguidillas» figuran tam­bién en la Suite española bajo los nombres, respectivamente, de «Asturias» y «Castilla». En esta partitura juvenil, de la cual «Cór­doba» es sin duda alguna la página más lo­grada, se pueden distinguir claramente to­das las características típicas de estos cien­tos de composiciones iniciales que con tanta facilidad obtuvieron el aplauso de sus con­temporáneos: soñadora melancolía, incisivos ritmos meridionales, movimientos apasiona­dos, etc.; en fin, esta epidérmica música racial, sin raíces profundas en la verdadera alma del pueblo. De todas maneras, en mu­chas de esas páginas hoy olvidadas surgen, de improviso y en torno a una frase super­ficial y poco sentida, momentos de inespe­rada emoción y sinceridad. Albéniz, uno de los más claros ejemplos de músico instin­tivo, escribía con facilidad suma y los rit­mos populares españoles, los distintos pai­sajes, las sensaciones o emociones más di­versas, se le convertían en ineludible pre­texto para escribir música. «Al comienzo de su vida artística escribía música como hablaba, con exuberancia, con inagotable alegría; después, impresiones más hondas, inquietudes, afectos y sufrimientos penetra­ron en su mente dándole madurez y recla­mando una expresión más contenida y pro­funda». De ahí, principalmente, la diferen­cia esencial que existe, por ejemplo, entre los Cantos de España y la Suite Iberia, o sea, entre la obra olvidada y la realmente inmortal.

O. Martorell

Las últimas obras de Albéniz son tan ple­nas, tan ricas en música y en emoción, que después de haberlas conocido se olvidan las anteriores. Pero, ¿por qué no figuran con más frecuencia en los programas a los que honrarían piezas como el Preludio de Es­paña, La Vega o Cantos de España? (G. Jean-Aubry)