Cantata de los Pastores, Andrea Perrucci

[La can­tata dei paslori]. Bajo este título es cono­cida, y todavía representada en Nápoles du­rante las fiestas de Navidad, la pastoral del poeta dialectal Andrea Perrucci (1651-1704); Il vero lume tra le ombre ossia la nascita del Verbo umanato [La verdadera luz entre las sombras o sea el nacimiento del Verbo humanado], representada por primera vez en 1699 y publicada con el seudónimo de Casimiro Ruggieri Ugone. Plutón, rey del infierno, indignado contra la misericordia divina que disponiéndose a redimir a la humanidad del pecado original substrae la última fuerza a las fuerzas del mal, llama a sí las potencias infernales y las envía a la tierra para oponerse al nacimiento del Me­sías. Muchas son las peripecias a que se ven sometidos la Virgen y San José, pero el arcángel Gabriel deshace todas las insidias de Belfegor; todo mal se convierte en bien y, finalmente, en la noche cristiana, el Re­dentor adorado por los pastores y por el mundo resucitado, nace en la gruta santa mientras el demonio se hunde en el abismo. Este hilo conductor reúne, bien o mal, una multitud de episodios de vida divina y humana que sin una verdadera cohesión llenan la pastoral; uno de los más típicos productos de aquel teatro españolizante en boga en Italia durante la segunda mitad del siglo XVII. Como en las «comedias de san­tos», hay aquí también una farragosa mez­colanza de sagrado y profano, de tierra y de cielo. El misterio de la Encarnación y las muecas de la bufonería; las disputas teológicas sobre la gracia en el estilo barro­co de Calderón y los chistes plebeyos de Razzullo, escribano napolitano del séquito del Gobernador en Judea, pescador, caza­dor y tabernero, por la gloria de Dios, y por la esperanza siempre frustrada de lle­nar la panza sin demasiado trabajo. Esta variedad de motivos opuestos no carece de ciertos efectos teatralmente eficaces, pero con el tiempo a fuerza de interpolaciones y manoseos, el elemento bufonesco llegó a sofocar el religioso, y la curia más de una vez se vio obligada a intervenir para con­tener la mezcla en sus justos límites.

C. Capasso