Canon del Estío, John, abate de Fornsete

[Sumer Canon]. Ca­non doble en cuatro partes de tenor y dos de bajo (las últimas interpretan el «pes», o sea, una especie de bajo continuo por de­bajo del canon mismo), atribuido a cierto John, abate de Fornsete, y que, si bien con muchas y fuertes dudas, se hace re­montar hacia el 1240. El documento se con­serva en el British Museum y tiene todas las características exteriores de ser autén­tico. La notación es proporcional sobre pen­tagrama de cuatro líneas y la resolución del canon (o sea las indicaciones para las en­tradas sucesivas de las voces), está dada, según costumbre, con la crucecita. Una ano­tación latina explica cómo la «rota» (así eran llamadas las composiciones de este gé­nero) debe ser interpretada. Mientras todos callan, la primera parte comienza a cantar junto con los que tienen el «pes» y, cuando llega a la crucecita, la segunda entra a su vez, y así sucesivamente. La «rota» termina cuando todos encuentran una pausa en su parte respectiva. La denominación de Estío procede de las palabras del texto, que co­mienza «Sumer is icumen in», y que dice: «El estío ha tornado por fin, ya canta el cu­clillo. Las plantas están en flor, el bosque está verde, canta, canta, cuclillo. La oveja bala a su corderillo, la vaca muge al terne­ro; qué bien cantas, cuclillo, no calles ja­más». La canción es alegre y el canon pro­cede como cosa de juego, con su bordón con aire de gaita. Un amanuense posterior escribió, bajo la letra profana inglesa, un meditativo texto latino que comienza con las palabras: «Perspice Christicole». Mucho se duda, en estos últimos tiempos, que esta composición sea de mediados del siglo XIII. Si lo fuera, constituiría la prueba (casi de­masiado evidente) de que mientras la Euro­pa docta estaba todavía discutiendo sobre las sinfonías, o buscaba la notación propor­cional; mientras la «Schola cantorum» se agotaba en largas «organa»; mientras se iniciaba el florecer de los laudes y las can­ciones de los trovadores permanecían abso­lutamente monódicas, Inglaterra había ya llegado a la forma evolucionada de la poli­fonía. Cosa tanto más notable, cuanto que una composición tan perfecta presupone, necesariamente, un largo proceso de prepa­ración y un buen número de obras coe­táneas.

E. M. Magni Dufflocq