Son escasos los poetas catalanes cuya producción se ha conservado en manuscritos o ediciones individuales. La inmensa mayoría de sus obras se encuentran en códices misceláneos — los cancioneros —, extensas antologías poéticas, en alguna de las cuales hay buena parte de lo que nos ha llegado de la antigua poesía catalana. No vamos a detallar la totalidad de cancioneros catalanes, tarea llevada a cabo por Jaime Massó Torrents en Bibliografía del antics poetes catalans (Instituí d’Estudis Catalans, «Anuari», 1913-14), obra que ha sido resumida y puesta al día en el Repertori de L’Antiga Literatura Catalana, vol. 1, Barcelona, 1932, del mismo autor. Es cosa bien sabida que los. más antiguos poetas catalanes usaron como lengua poética el provenzal. Sus obras fueron recogidas en los cancioneros provenzales, que no establecieron diferencia alguna entre los trovadores catalanes y los del resto del área geográfica de la poesía occitana. En Cataluña ocurrió el mismo fenómeno pero a la inversa, de suerte que es normal, en los cancioneros catalanes, encontrar obras de trovadores de la Francia meridional, considerados, aún en pleno siglo XV, como clásicos de la poesía catalana. A pesar de esto, en España, sólo se ha conservado un cancionero provenzal, el llamado Cancionero Gil o de Zaragoza (s. XIV), que actualmente es el ms. 146 de la Biblioteca Central de Barcelona (A; las siglas con que distinguimos los manuscritos, son las mismas utilizadas en la Bibliografía de Massó), el cual contiene gran parte de la obra de Cerverí. Después de los trovadores y con anterioridad a la poesía cortesana de fines del siglo XIV y del siglo XV, hay en la poesía catalana un período bastante oscuro, que en parte nos es conocido por el ms. 129 de Ripoll, en el Archivo de la Corona de Aragón (c.; del siglo XIV).
Junto a las Regles de trobar de Jofre de Foixá y otros textos, este códice contiene una colección de piezas anónimas en forma de danza, y lo que se ha conservado de la obra del capellán de Volqueres, poeta muy personal, que fue popular durante mucho tiempo. La producción poética catalana conservada durante los siglos XIV y XV es de carácter narrativo y de carácter lírico. La del primer género es poco abundante y se conserva en un corto número de manuscritos. En el llamado Cancionero de los Condes de Urgel (C), del siglo XIV, de la Biblioteca Nacional de Madrid, figura la Faula de Guillem de Torroella, junto con obras de muy distinto carácter del trovador Cerverí o Guillem de Cervera. Los dos cancioneros más importantes por el número de obras narrativas que contienen, son el fragmentario de la biblioteca que fue de Estanislao Aguiló, en Palma de Mallorca (E), y el que está dividido entre el ms. 381 de la Biblioteca Municipal de Carpentras (Fb) y el esp. 487 de la Biblioteca Nacional de París (Fa). El primero contiene la L’esió de Bernat de So, la Faula de Torroella y varios poemas alegóricos de Jaume y Pere March. El segundo contiene la colección más importante de poemas narrativos de la literatura catalana, los cuales, excepto la Faula de Torroella, han sido publicados en su totalidad por Paul Meyer, Morel-Fatio, Amedée Pages y otros. Tiene cierto interés un pequeño códice catalán del s. XIV, que había pertenecido a la Biblioteca de D. Baldirio Carreras, de Barcelona, y hoy es el ms. 1.744 de la Biblioteca Central (G). Contiene el Departiment del estiu e del ivern entre el vizconde de Rocabertí y Jacme March, fallado por el rey Pedro el Ceremonioso. De este pequeño cancionero se hizo una edición facsímil en 1935.
Vamos a dar ahora ligera nota de los grandes cancioneros catalanes. Los mss. 7 y 8 de la Biblioteca Central (Ha y Hb), del siglo XV, forman un solo cancionero, que ha reunido la obra de un grupo de poetas que escribió en los últimos años de la dinastía catalana, en el reinado de Fernando de Antequera y en los primeros años de Alfonso V el Magnánimo. Los nombres más importantes son los de Francesc de la Via, Andreu Febrer, Joan Basset, Mn. Proxita y Jordi de Sant Jordi, tal vez el más joven de todos. A las obras de estos y de otros poetas catalanes se añadieron otras de trovadores provenzales y del poeta francés Otón de Grandson. Los cancioneros que enumeramos a continuación contienen obras de autores comprendidos entre el último tercio del siglo XIV, como Jacme y Pere March, y el fin del reinado de Juan II (Pere Torroella, Joan Berenguer de Masdovelles, Francesc Ferrer, Antoni Vallmanya y otros, pasando por Jordi de Sant Jordi, Ausiás March, Lluis de Vilarrasa, Lluis de Requesens, Tresfort, Joan Fogassot, etc.). Los manuscritos de París, Bibl. Nat. esp. 225 (J) y el 10 de la Bibl. Cent, de Barcelona (K) son de contenido casi idéntico, y sin duda los más completos que existen. El primero parece copiado a fines del siglo XV o a principios del XVI; el segundo es de comienzos de este siglo. Les siguen en importancia el de la Universidad de Zaragosa (P), publicado por Mariano Baselga Ramírez, y el del Ateneo Barcelonés (N), ambos del siglo XV, y el ms. 9 de la Biblioteca Central (L), de principios del siglo XVI. Contiene obras de poetas catalanes y valencianos del tiempo de los reinados de Juan II y Fernando el Católico el cancionero de la Universidad de Barcelona, denominado Jardinet d’Orats (X). Entre otros autores figuran en él Joan Róis de Corella, el comendador Estela, Romeu Llull, Pere Torroella, Joan Escrivá, Joan Moreno y Francesc Alegre. Hay también obras de poetas catalanes en cancioneros bilingües de esta época, como el del Marqués de Barberá (S) y el de la Híspame Society of America (T).
Pocos poetas fueron copiados en cancioneros particulares. El ms. 11 de la Biblioteca Central (M) contiene obras de Guillem y Joan Berenguer de Masdovelles, y fue copiado por este último en la segunda mitad del siglo XV. En 1938 fue publicado por Ramón Aramon. Están dedicados exclusivamente a obras de Ausiás March — y si contienen obras de otros autores, son en escasísimo número — el ms. 950 de la Biblioteca de Palacio, en Madrid (O3), de comienzos del siglo XVI; el 210 de la Universidad de Valencia (O1), en parte del siglo XV y en parte del siglo XVI ya entrado; el de la Hispanic Society de Nueva York (O2), de principios del siglo XVI; el esp. 479 de la Bibl. Nac. de París (O4), copiado en 1541 por Pere Vilasaló; el que hasta hace poco estuvo en la Biblioteca de T. Fitz Roy Fenwick, de Cheltenham y en 1954 ha sido puesto en venta por la librería Robinson de Londres (O5), copiado por el mismo Vilasaló en 1542; el 2.985 de la Bibl. Nac. de Madrid (O0), copiado entre 1542 y 1543 por Luis Pedrol; el 3.695 de la misma biblioteca (O7), transcrito en Valencia por Jerónimo Figueres en 1546, y el L-III-26 del Escorial (O8), copiado por Pere Turró entre 1546 y 1547. La tipografía, en los siglos XV y XVI, en Cataluña y Valencia, no imprimió, como en Castilla, colecciones poéticas en catalán, de la importancia de los cancioneros manuscritos. Se imprimieron obras sueltas y pequeñas colecciones, como las obras que concurrieron a certámenes. De éstas, se han hecho famosas las Obres e trobes en lahors de la Ver ge María, que fueron presentadas a un certamen de Valencia efectuado en febrero de 1474, y cuya edición, que se supone hecha en el mismo año, es considerada el libro más antiguo impreso en Valencia.
P. Bohigas