[Bucoliques]. Composiciones poéticas de tema y gusto clásico, publicadas, como toda su obra, después de la muerte de André Chénier (1762- 1794), en 1819. Algunos son poemas cortos como «L’Aveugle», donde el viejo Homero canta a los jóvenes pastores las antiguas historias del mundo; «Le mendiant», una refundición de la Odisea (v.), de la llegada de Ulises entre los feacios; «Le malade», donde un joven confiesa a su madre sus penas de amor. Otros son idilios inspirados en Calimaco, Teócrito, Bión, Virgilio, Gessner, entre los cuales «La jeune Tarentine», una obra maestra de musicalidad; «Néére», y el delicado «Hylas». El renacimiento clásico de la segunda mitad del XVIII y el ejemplo de Gessner con sus Idilios (v.) influyeron en el autor; pero principalmente a su espíritu enamorado de lo antiguo y a su profundo sentimiento de la poesía greco-romana debemos estas sus poesías más bellas, entretejidas de reminiscencias, trabajadas con gusto alejandrino, y sin embargo vivas, conmovedoras, originales. Se nos manifiesta uno de los mejores poetas neoclásicos de Europa, con una riqueza artística que había de interesar profundamente a los románticos franceses, dedicados a la restauración de la poesía. Luego lo sentirán aun mejor los parnasianos. Algunos de sus mayores poemas breves hacen pensar en los Poemas de festín (v.) de Pascoli. Por otra parte, como en las demás obras de André Chénier, muchas de estas composiciones están incompletas o son sencillos fragmentos, esbozos, estudios apenas insinuados.
V. Lugli
Nadie mejor que André ha ceñido la cabeza de las musas con coronas de flores olorosas cogidas en un jardín nunca violado por la mirada sacrílega. No: en él no habían entrado ni Racine ni Ronsard. Nadie supo jamás arrebatar con las delicias de los versos de Myrto y de Néére. (Ch. Maurras)