[Na dne]. Drama en cuatro actos de Máximo Gorki [Maksim Gor’kij (Aleksej Peskov) 1868-1936], representado en 1902. Es la obra teatral de este escritor que más ha contribuido a su fama. La acción se desarrolla en un ambiente favorito de Gorki: el de los vagabundos, de los descastados y de los sótanos infectos y sin luz. De uno de estos sótanos, el viejo usurero Kostylev ha hecho un asilo nocturno para los que no tienen domicilio. Entre sus huéspedes se distingue por la fuerza y la inteligencia el ladrón Vaska, amante de Vasilisa, mujer del viejo, pero enamorado de Natasa, hermana de Vasilisa. Ésta quiere inducir a Vaska a matar a su marido por amor hacia ella y Vaska lo hace, pero por otra razón y precisamente para defender a Natasa de la brutalidad de Kostylev y de Vasilisa, que la odian. Pero en Bajos fondos la acción es secundaria comparada con el diálogo que ilumina la filosofía y el carácter de los numerosos personajes.
Domina entre éstos el viejo Luka, mitad vagabundo y mitad santo, que trata a los hombres como niños y sabe ganarse la confianza de todos y decir a cada uno una palabra de esperanza. Así a una mujer que muere, después de una vida de sufrimientos, Luka le promete la paz y la gloria del más allá; al viejo actor alcoholizado le habla de un sanatorio donde se curan los maléficos efectos del alcohol y el borracho deja de beber esperando encontrar el dinero necesario para el viaje. A la muerte de Kostylev, Luka desaparece y con él se desvanecen los sueños que ha despertado en los huéspedes del sótano. Un barón, el más cínico de la compañía, llama a Luka «viejo charlatán» y el actor, enterándose de que su sanatorio no existe, se ahorca. Es una orgía de miseria, fruto de la injusticia social, una dolorosa mezcla de luz y de fango que Gorki describe con el fin de que su pintura suscite horror y, con el horror, amor y caridad. Bajo un cuadro de tanta abyección se oculta un profundo amor hacia el hombre, un ansia de vida y de luz que inspira las palabras mesiánicas de Luka: «Hay que amar a los vivos… ¡a los vivos!». Trad. italiana de F. Mantella-Profumi (Nápoles, 1905).
G. Kraiski