Averroes y el Averroísmo, Ernest Renán

[Averroés et L’averroisme]. Ensayo histórico de Ernest Renán (1823-1892), publicado en 1852, y revisado definitivamente en 1882. En un riguroso estudio de historia de la filosofía sobre la vida y las obras del más famoso científico árabe Ibn Rosd (en latín Averroes), depura críticamente la tradición bio­gráfica y los testimonios doctrinales. Por las persecuciones que la filosofía sufrió en­tre los árabes, en el siglo XII, el pensa­miento de Averroes fue pronto mal inter­pretado; sobre todo su comentario de Aris­tóteles, basado en un conocimiento científico plenamente sujeto a la tradición griega, fue combatido tanto por los musulmanes faná­ticos como por los católicos escolásticos. Manuscritos árabes, hebreos y latinos indi­can la gran vitalidad de una interpretación inspirada en el racionalismo. Especialmen­te en cuestiones relativas a problemas filo­sóficos (como el intelecto activo y el inte­lecto pasivo) el pensamiento de Averroes, negador de mitos y de concepciones arbitra­rias tanto en religión como en filosofía, fue entendido en menosprecio de la inmortali­dad del alma y como exaltación de una au­téntica y verdadera ciencia humana. El mismo aristotelismo científico, negador de mundos sobrenaturales, halla en Averroes un asertor decidido, que será violentamente combatido por todos los que, como Alberto Magno, Tomás de Aquino, Petrarca, inter­pretarán al filósofo griego dentro de la ór­bita de la filosofía cristiana. Pronto Ave­rroes (como se ve en obras de pintores me­dievales) se convierte en símbolo de incre­dulidad, aunque Dante estime su «gran co­mento» y celebre al autor entre los espíri­tus excelsos del Limbo. La escuela de Padua continúa las tendencias averroístas en la interpretación positiva de Aristóteles: Pietro d’Albano en la medicina, Pomponazzi en filosofía, y otros varios estudiosos, indican una vitalidad a la que se oponen el platonismo con Ficino, y el humanismo, con Vives y con Pico.

Pero Cesalpino, Cardano, Vanini, aun entre acusaciones de impiedad, afirman su espíritu iniciador de corrientes que se fundirán, en la investigación de una verdad, con otras aspiraciones del Renaci­miento, por un pensamiento autónomo de toda autoridad eclesiástica y por una reli­gión que sea voluntad interior y no atri­buto de autoridad. La obra de Renán, fruto de largo trabajo filológico, provisto de ra­rísimos textos árabes,, es documento fun­damental para los estudios de historia de la filología; el prefacio de la primera edición es famoso por su afirmación de un método histórico en sí y por sí, fuera de toda posi­ción dogmática. Una «curiosa lección» nos la da el ahogamiento de un pensamiento como el de Averroes, dice la advertencia de la edición definitiva, al confirmar la im­portancia de una filosofía que no fue guia­da en sus orígenes por ningún motivo dog­mático; pero en semejante circunstancia se nota una vez más la estrechez del genio is­lámico, en comparación con la multiforme y compleja formación de la civilización cris­tiana en Europa, donde jamás se llegó a un fanatismo integral y negador de la li­bertad, sino que se acogió la voz humana y racional de Roma y de Atenas.

C. Cordié