Obra histórica en 20 libros de Flavio Josefo (37-97 aproximadamente d. de C.), que contiene la historia del pueblo judío desde la creación del mundo hasta el reinado de Nerón. Con ella, Josefo, escritor ya admirado y celebrado en Roma, integraba la obra escrita anteriormente acerca de las Guerras de los judíos (v.), en que había narrado la guerra entre judíos y romanos desde el 66 d. de C. El favor que todos habían demostrado por aquella obra, especialmente Vespasiano y Tito, le animó a proseguir en la misión de dar a conocer a los romanos y a los griegos la historia de su pueblo. El título y el número de los libros habían de recordar la Arqueología romana (v.) de Dionisio de Halicamaso. Los 10 primeros libros exponen la historia hebraica más antigua hasta Ester, bajo la guía de la Sagrada Escritura (según parece, en la traducción de los Setenta, v. Biblia). Los libros siguientes contienen las vicisitudes posteriores en relación con la historia de los demás pueblos. Las fuentes de Josefo, en cuanto a esta parte, nos son desconocidas; parece que bebió en una obra literaria anterior. Son especialmente interesantes los documentos que a menudo reproduce, pero tampoco éstos directamente.
Se señala de modo particular el pasaje del libro XVIII 3, 3, 63, que contiene las más antiguas noticias acerca de Jesucristo que han llegado hasta nosotros. Este pasaje se halla en todos los manuscritos, y ya era conocido en el siglo IV. Con todo, sus particularidades estilísticas y la fe cristiana, que claramente lo inspira, hacen que se considere una interpolación, aunque muy antigua. El orgullo de Josefo consiste en haber dado a conocer a griegos y romanos la historia de su pueblo, entonces universalmente despreciado, pero poco a poco conocido. El sentimiento patriótico induce a veces al escritor a callar o atenuar lo que menos honrase a los hebreos, a explicar los disturbios que continuamente provocaban como obra de una minoría de fanáticos. En cuanto a la religión, subraya su excelencia transportando al Dios de los hebreos los caracteres de la divinidad de los estoicos. Otra tendencia que ofusca el crédito que pueda merecer, es la de agradar a los romanos especialmente a sus protectores, los Flavios. El estilo, bastante bueno en las Guerras de los judíos escrita originariamente en ara- meo y después traducida al griego, es duro y descuidado en las Antigüedades, tal vez porque le faltó el pulimento de la forma.
La técnica historiográfica es la de su época, como se podía esperar dada su imitación de Dionisio: de éste hallamos todo el bagaje formal, discursos directos, descripciones, episodios, sentencias, comparaciones, figuras retóricas; su aspiración científica se revela en la motivación psicológica de las acciones de sus personajes. Entre los antiguos esta obra obtuvo gran difusión: Josefo fue llamado el Livio griego. Hoy es la única fuente para conocer los grandes rasgos de la historia judía, y es muy útil también para la historia romana. [Trad. catalana anónima (Barcelona, 1482). Trad. castellana del cronista Alfonso de Palencia (Sevilla, 1492). Anónima atribuida a Francisco de Encinas (Amberes, 1554). Trad. de Juan Martín Cordero (Amberes, 1557)].
A. Passerini