Almas Solitarias, Gerhard Hauptmann

[Einsame Menschen]. Drama en tres actos de Gerhard Hauptmann (1862-1946), terminado en 1890. Es el primer drama donde el puro natura­lismo inicial dé Hauptmann se amplía en un análisis de almas, bajo la influencia de Ibsen, especialmente de Rosmersholm (v.) y de Hedda Gabler (v.). El autor ha to­mado el asunto de un hecho autobiográfico ( el final de su amor por la primera mujer y el encuentro con la otra mujer que le comprendió y se casó con él en segundas nupcias). Juan Vockerat (v.), pastor pro­testante, hombre de gran cultura, pero in­deciso y débil, típica figura hauptmanniana, ha perdido la fe en los nuevos ideales y no encuentra la menor satisfacción espiritual en el matrimonio, que le encadena a una mujer de corazón noble, pero insignificante y ligada a las tradiciones. A ésta se contra­pone con su fascinación una criatura de es­píritu libre y abierto, la estudiante Ana Mahr. En la amistad con ella Juan cree po­der realizar «una nueva forma de relacio­nes entre el hombre y la mujer», en las cuales «no sea el lado físico, sino el espi­ritual, el que predomine». Pero la natura­leza no se deja engañar: Ana Mahr, más consciente de la realidad, para no convertirse en la amante de Juan, se separa de él y va, libre y sola, al encuentro de su des­tino.

Pero Juan no sabe permanecer lejos de ella ni sobrevivir a la traición del pro­pio sueño; vuelve a subir a la barca que le ha llevado por el lago con la mujer amada y se aleja remando para no volver. La fi­gura más humana del drama es la mujer de Juan, Kaethe. Comprende la turbia pasión que envuelve a su marido, pero su ternura es insuficiente para salvarlo de la ruina. El tormento de Juan Vockerat difiere no sólo del conflicto espiritual de Juan Rosmer (v.) en Ibsen, sino también de la ambiciosa vi­sión materialista del naturalismo, por la materialista del naturalismo, por la mane­ra completamente personal y delicada con que Hauptmann presenta el turbado mun­do interior de su héroe. El naturalismo se revela sobre todo en un sentido oscuro y poderoso del destino, identificado con la de­bilidad de los temperamentos, que lleva a los hombres, incapaces de vivir fuertemen­te, a sucumbir. Y este sentido del destino está conseguido sobre todo con la atmós­fera del ambiente, que gradualmente se ya cargando hasta convertirse en una opresión a la que el protagonista no sabe resistir.

O. Signorelli Resnevich