Aforismos de Montecuccoli

[Aforismi] Estos Aforismos fueron compuestos por Raimondo Montecuccoli, general italiano al servicio de Austria (1608-1680), no con ob­jeto de hacer de ellos una verdadera teo­ría, sino más bien para proporcionar una guía de instrucción a los funcionarios del Imperio. La obra representa uno de los primeros esfuerzos serios para definir cien­tíficamente las leyes del arte de la guerra. Compuesto en 1670 con el título De la gue­rra del Turco en Hungría [Della guerra col Turco in Ungheria], comprende tres partes distintas; «De la preparación», «De la dis­posición» y «De la ejecución». La primera atiende al reclutamiento, al aprovisiona­miento, las municiones, los bagajes, las pa­gas; la segunda trata de las formas y de los caracteres de la movilización, los con­ceptos operativos, su génesis, sus cuestio­nes orgánicas; la última examina los des­plazamientos, las marchas, las treguas; di­serta acerca de los combates, los asedios, del problema de la defensa y de la batalla campal. Las tres partes están delineadas por Montecuccoli siguiendo un criterio de sín­tesis, y con el propósito de esquematizar los argumentos en reglas y preceptos exac­tos, reforzados y avalorados por la expe­riencia. La obra no es tanto fruto de una mente elevada, cuanto la expresión de los tiempos nuevos. A fines del siglo XVI se abre para el arte militar una época de reno­vación y de progreso que, iniciada por Ma­nuel Filiberto de Saboya prosigue con Gus­tavo Adolfo, el príncipe de Condé, el maris­cal de Turena y Eugenio de Saboya, llegan­do a su apogeo con Federico II el Grande y Napoleón.

La elocuente originalidad de los Aforismos debe considerarse en su épo­ca: lo que en el arte de la guerra podía hasta entonces parecer sólo una reevocación o una aplicación tradicional, se convirtió* gracias a la obra de Montecuccoli, en ver­dadera substancia codificada. Manuel Fili­berto, Gustavo Adolfo, Eugenio de Saboya, habían conferido al renovado arte bélico el resplandor de lo genial; Montecuccoli la or­denó en un esquema teórico-práctico. Los aforismos, por su valor intrínseco señalan, pues, un paso decisivo en la ciencia militar. Aplicables en cualquier época y para cual­quier forma de guerra, son verdaderamente producto de un pensamiento agudo y voli­tivo, alimentado de una compleja y sana cultura, y una práctica directamente ad­quirida. La obra de Montecuccoli, traducida en latín, alemán, español, francés, holan­dés, fue declarada obligatoria por Amadeo de Saboya para los alumnos de la Acade­mia Militar. Más tarde fue revisada y reim­presa por Ugo Foscolo, en 1808. Puente de paso entre el mundo antiguo y el moderno del arte militar, en los Aforismos resuenan aquí y allá sonoras voces del pasado, pero comunican el claro presentimiento de una nueva época, sostenidos y penetrados por una perfección y una elevación, que re­cuerdan el vigor de Maquiavelo. [Trad. es­pañola de Bartolomé Chafrim (Milán, 1693), reimpresa muchas veces.]

G. Gherardini