[Casi d’Italia negli anni 1847, ’48 e ‘49]. Obra de Guglielmo Pepe (1783-1855), que constituye la continuación de las Memorias (v.) y se imprimió en Lugano en 1850. «Nuestras últimas desventuras nos han proporcionado dos grandes ventajas: la conciencia que hemos adquirido de nuestras guerras y de nuestro valor, y la certidumbre de querer todos, desde Trapani a los Alpes, la independencia y la expulsión del extranjero». Pepe narra sus vicisitudes y las del país desde su regreso de Nápoles después de la amnistía y la Constitución y el encargo que había recibido del rey de formar un ejército y llevarlo a combatir contra los austríacos, junto a los piamonteses. Después de la reacción napolitana de mayo, pasa el Po y se pone a la disposición de la República veneciana que le elige comandante en jefe. Al llegar aquí cuenta minuciosamente el segundo gran capítulo de su vida —el primero había sido la revolución carbonaria de Nápoles en 1820 —, y relacionando la defensa de Venecia con los acontecimientos de la guerra austro-piamontesa y a los movimientos italianos, y critica a Carlos Alberto quien a pesar de ser «valiente, caballeroso, italianísimo», «no tenía en ningún modo alma de capitán». Con todo, le defiende contra cualquier tacha de traición, y confía en sus hijos; porque él es por carácter amante de la república, pero sobre todo ama la independencia italiana. El jacobino del 1799, el cairbonario de 1820, se aproxima ya a lo que será el espíritu de la «Sociedad nacional» que en el año 1857 tremolará el lema de Cavour: «Italia y casa de Saboya».
R. Ramat