A la Vejez Viruelas, Manuel Bretón de los Herreros

Comedia de Manuel Bretón de los Herreros (1796-1873), que se representó en 1824, y cuyo éxito y cualidades, aunque incipientes, revelaron el mérito de este dramaturgo realista den­tro de la etapa romántica. Popular en los tipos y lenguaje, y casi caricatural en los caracteres, se anticipó al precioso tipo de comedia que inmortalizó en Marcela, ¿o cuál de los tres? (v.) (1831). Procede de la tradición de la comedia moratiniana, su­pliendo en color y brío lo que no llegó a igualar en punto a perfección. La prime­ra versión de A la vejez… fue en 1817, y en prosa, lo cual demuestra la inmediata relación con Moratín. Así como éste plan­tea el caso de El viejo y la niña (v.) o el mismo de El sí de las niñas (v.), Bretón presenta aquí el caso de una vieja enamo­rada. El teatro de Bretón abarca desde esa fecha hasta la de 1867, en que representa Los sentidos corporales.

A la vejez…, aun­que de un modo algo borroso significa ya lo típico de su teatro: él contacto del pasa­do XVIII (Goldoni, Moratín), con la come­dia costumbrista romántica como Tanto va­les cuanto tienes (1827) de Rivas; es decir lo poético-satírico, la gracia del color que actúa «en broma» sobre los dramas coetá­neos. Así, Bretón es al auténtico teatro ro­mántico algo así como los entremeses de Quiñones respecto al drama de honor y de «capa y espada» en la Edad de Oro. Uno y otro tratan la misma materia de sus coetá­neos «en serio» pero en «tono menor» y ca­ricatural. Siempre queda en Bretón, como en esta obra, algo entre paródico y amargo. Muchas de estas comedias parecen sainetes amplificados, esbozos de caricaturas. Bretón fue, en la comedia, el pintor de costum­bres de la corte, con algo goyesco, y para­lelo a los escritores en prosa como Meso­nero Romanos. A la vejez… influyó en obras del propio Bretón, y en la técnica de las de López de Ay ala, y aun del mismo Benavente de nuestros días.

A. Valbuena Prat