Es la obra principal de Constantino Manasés, que vivió en Constantinopla en la primera mitad del siglo XII; una crónica en 6.733 versos polípticos, que comienza (como de costumbre) con la creación del mundo y acaba con la muerte del emperador Nicéforo Botaniates, ocurrida en 1081. Lo notable, en comparación con el tono usual o difuso de los cronistas bizantinos (tanto más cuanto que la obra fue escrita por encargo de Irene, cuñada del emperador Manuel), es la explícita declaración de que la obra no se propone ser aduladora, sino rigurosamente verídica; y Constantino consigue mantener su promesa, aunque al final de la obra no sepa substraerse a una servil adulación cortesana. Su estilo es elevado, retórico, florido de imágenes y comparaciones mitológicas, y en su conjunto de agradable lectura: existen de esta obra varias refundiciones en prosa bizantinas. Tuvo particular difusión entre los eslavos y los rumanos, ya en su forma original, ya en sus refundiciones.
R. Cantarella