[La Conquéte de Constantinople]. Memorias históricas de Geoffroy de Villehardouin (1152-1213), dictadas en el castillo de Mesinópolis, en Tracia, durante los últimos años de su vida, para los amigos que se habían quedado en Francia. El autor expone los acontecimientos en los cuales tomó parte con la cuarta Cruzada que debía fundar el Imperio Latino de Oriente. Mariscal de Champagne, parte con Teobaldo III y concierta con los venecianos el transporte por mar de los cruzados. Muerto su señor, contribuye vigorosamente a hacer elegir como jefe de la Cruzada al marqués de Moferrato. La toma de Constantinopla (1203) es el acontecimiento más característico de la empresa, a raíz de la cual es nombrado Mariscal de la Romanía. Estas memorias, con las cuales se inicia la serie de los grandes cronistas de Francia, son notables porque en la misma forma narrativa, casi autobiográfica, destaca el carácter firme y leal, eminentemente histórico de Villehardouin.
Es un caballero valeroso y fiel a la palabra dada, y también práctico en las negociaciones y en las observaciones, prudente en la acción y decidido al justificar su propia actuación. Quiere por lo tanto hacer comprender la necesidad de desviar hacia Constantinopla la Cruzada. A pesar de la sequedad de una crónica, supeditada a una constante reconstrucción de los hechos dignos de historia, el autor a veces se extiende en narraciones pintorescas, en descripciones de ambientes y de batallas. Véanse especialmente la firma del tratado con Venecia, la partida de la armada desde Corfú, la aparición de Constantinopla a los ojos de los cruzados, el asalto de la ciudad, la muerte del marqués de Monferrato: las páginas más bellas de la obra. El realismo político, que parece guiar siempre su actuación, no logra ocultar todo lo que en Villehardouin hay de amor a la caballería y de magnanimidad. Este contemporáneo de Chrétien de Troyes, al hacer notar la belleza del espíritu de hermandad existente entre los combatientes, al revelar el sentimiento de honor que regula las relaciones feudales entre vasallo y soberano, muestra un gran conocimiento del corazón humano y sabe captar algunos de los caracteres fundamentales de su gente.
C. Cordié