Se llama en conjunto a dos obras latinas de Alfonso de Palencia (1423- 1490) que historian el reinado de Enrique IV, ampliado con los 14 años precedentes y los tres siguientes — en total, 1440 a 1477 — y parte del período — sólo 1482 a 1489, con antecedentes desde 1480 — de la guerra de Granada. Forma la primera obra tres décadas o grupos de 10 libros, cada uno con 10 capítulos; la segunda, una década incompleta.
La historia de Enrique IV ofrece el raro ejemplo de que, siendo el autor cronista oficial y «secretario de latín» del monarca, tórnase en censor suyo y es la obra toda una tremenda catilinaria contra él. Fue sin duda Palencia de los que más impresionó el sombrío cuadro de decadencia y relajación del período de Enrique, y su incontenible vehemencia no se avino a atenuar las negras tintas con que tendía espontáneamente a reflejarlo. Ni fue la pluma su arma única. Como partícipe constante en los asuntos públicos se empleó siempre contra el rey, en favor del príncipe Alfonso, y muerto éste, de Isabel. Que fue hombre ceñudo, de genio destemplado y descontentadizo, lo muestra el tono general de la obra, el matiz polémico que la caracteriza y que no se limita a la imagen que traza de Enrique, pues a sus mismos predilectos alcanzan también sus vapuleos. Tal vez, no obstante, secunda a la aspereza de su genio un cierto prurito de humanista, al que no desagrada desempeñar el papel de Tácito. Sea como sea, no puede decirse que el afán de ensombrecer el período historiado dañase a su imparcialidad: lo que sabemos por documentos corrobora sus asertos. Tenemos, pues, una valiosa crónica que sirve bien para contrastar la que, con humor mucho más complaciente, compuso Enríquez del Castillo. La otra obra, la dedicada a los años, tan gloriosos, de la guerra de Granada, carece, como puede suponerse, del tono incrimina- torio que en aquélla hemos hallado.
Pero en ambas campea la admirable habilidad de Palencia como historiador; pocos como él saben retratar con pocos rasgos a un personaje, juzgar un suceso, destacar lo más significativo, resumir lo que sabe de un asunto, mantener tenso el interés de sus lectores. Tuvo, claro es, a su favor el conocer directamente gran parte de los hombres y las cosas sobre que escribió. Las dos obras quedaron inéditas y sigue estándolo la Guerra de Granada en su original latino; el de la otra se ha impreso y reimpreso, pero incompleto; circula, en cambio, mucho una versión castellana moderna de ambas.
B. Sánchez Alonso