Así son denominados los antiguos libros de los mayas, en piel o papel de pita, todavía en la actualidad casi totalmente indescifrables. El nombre de «Chilam Balam», entre los antiguos mayas, era dado a los sacerdotes encargados de escribir e interpretar las crónicas pictográficas. Se encontraron estos libros en diversas localidades: Chumayel, Masa, Nabula, Kaua, Telchac, Titzimin, y verosímilmente fueron compuestos del siglo XVI al XVIII. En parte están aún inéditos, si bien en algunos de ellos la antigua escritura ha sido sustituida por caracteres latinos. El Chilam Balam de Chumayel, el más importante de todos, ha sido íntegramente reproducido en fotografía, y los otros sólo en parte. Tratan de la antigua civilización maya antes de la conquista española.
El Chilam Balam de Chumayel, recopilado por un indígena llamado Juan José Hoil, en 1782, pasó a ser propiedad de Andrés Balam, y en 1838 hallado y adquirido por el Dr. Berendt, del cual pasó al americanista D. O. Brinton, y por fin fue depositado en la Biblioteca de Filadelfia. G. B. Gordon lo estudió en The book of Chilam Balam of Chumayel. El Chilam Balam de Nabula, compuesto en 1673, describe una terrible epidemia que asoló la región. El Chilam Balam de Telchac contiene noticias históricas, homilías y textos religiosos católicos en lengua maya. En el fondo, tales libros tienen más interés iconográfico y lingüístico que histórico y artístico. Pero a pesar de ello aún pueden ser colocados junto a los célebres códices mayas, de caracteres ideográficos y convencionales, en gran parte por descifrar: el Dresdensis (en Dresde), el Parisiense (en París), y el Troano, que con el Cortesiano (en Madrid) forman un solo manuscrito.
G. V. Callegari