Himno para el obispo Leoncio, compuesto por Venancio Honorio Clemenciano Fortunato, poeta cristiano (535-hacia 600), nacido en la Italia septentrional, pero que pasó la mayor parte de su vida en las Galias. Es la XVI composición del primer libro de los Poemas (v.) de Venancio, recogidas en conjunto en once libros; es un himno abecedario, esto es, las 23 estrofas de que está compuesto, se inician con las letras dispuestas en orden alfabético; está escrito en dímetros yámbicos acatalécticos, y en ellos la rima se repite con mucha frecuencia. Dictado en honor de Leoncio, arzobispo de Burdeos, a quien el autor había ya dedicado un panegírico en dísticos elegiacos, celebra su inesperado regreso, después que otros sacerdotes, que injustamente se disputaban la sucesión de la silla episcopal, habían difundido la noticia de su muerte. A éstos ataca el poeta en la primera parte del himno: el obispo es intérprete de la voluntad divina, sólo a Dios corresponde su elección: es pues, verdaderamente reprobable la contienda entre hombres ineptos para alcanzar un puesto que sólo Dios puede y debe asignar.
Ahora la llegada de Leoncio pone término a esa lucha y, como auténtico y prudente pastor, volverá al buen camino a su dispersa grey; sin duda por voluntad divina, el día de su regreso coincide con el aniversario de la toma de posesión de su cargo, el pueblo, desesperado por la ausencia de su obispo, está casi atónito ahora con el contento de su regreso, y se une de todo corazón al himno de alegría del poeta que alcanza, especialmente en sus últimas estrofas, un calor y una solemnidad casi corales. La forma de himno sirve aquí al poeta para un tema que no es exclusivamente religioso, como el de los dos himnos suyos incluidos en la liturgia, el Pange lingua (v.) y Vexilla regis prodeunt (v.); se convierte en un canto de carácter más popular y aun incluyéndose en las numerosas composiciones laudatorias de Venancio, tiene una particular espontaneidad y está dictado por un sentimiento sincero. Como en todas las composiciones de Venancio, el cuidado de la forma es minucioso, y abundan en él los artificios retóricos; pero en su conjunto el himno es vivo y sentido, y se le cuenta entre las composiciones más notables y poéticamente logradas de su época.
E. Pasini