[Monsieur Teste]. Prosas filosóficas del famoso poeta francés Paul Valéry (1872-1945), publicadas en 1929. El volumen comprende: «La velada con el señor Teste» [«La soirée avec M. Teste»] (1896); la «Carta de un amigo» [«Lettre d’un ami»]; la «Carta de la señora Teste» [«Lettre de Madame Émilie Teste»] y los «Extractos del diario del señor Teste» [«Extraits du log-book de Monsieur Teste»].
Un prefacio sutilmente polémico explica cómo, en la autobiografía intelectual del escritor, el típico personaje nació de la meditación rigurosa de los principios cartesianos y de la búsqueda de una claridad completamente objetiva en la variedad imponderable de la vida. La realidad es, pues, connaturalizada en la exigencia de un conocimiento abstracto pero universal, claro, preciso y distinto, que se organice en sistemas y deje toda ilusión y fragmentarie- dad. En «La velada con el señor Teste», el autor explica que conoció, en el curso de algunas ansiosas meditaciones sobre la propia vida y sobre la fuerza del intelecto, a un hombre que vive de mediocres recursos y en absoluta sencillez. Éste reflexiona desde hace muchos años sobre la sabiduría, pero sin libros ni prejuicios, y ciertamente ha alcanzado algunas leyes del espíritu ignoradas por los demás hombres. Así, lentamente el extraño y agudo personaje comprende el valor de la inteligencia, no sólo al calcular matemáticamente las relaciones entre las cosas, sino al crear en una nueva armonía, como una mente que construye un mundo propio y dicta las leyes de la realidad. Así se valora la existencia de los «demás» y de las «cosas», se regula el universo en sus actos y en sus posibilidades futuras y se coloca a la propia vida intelectual en la posibilidad de nuevas realizaciones.
También la poesía, librada de la inspiración y de la extravagancia^ de la casualidad, es el fruto de un pensamiento noble; y como con sólidos conceptos se interpretan los mecanismos de las fuerzas brutas, se forma y construye (por el «poeta», que etimológicamente viene de creador) todo un mundo de inteligencia que va de las matemáticas hasta el arte. Es significativo, entre los pensamientos del diario del señor Teste, el confesar que sufrió más que nada por la costumbre de desarrollar todo el pensamiento propio, de ir hasta el fondo de sí mismo. Esto explica el aspecto sutilmente clasificador del pensamiento así concebido, pero también hace ver, junto a las severas huellas de Descartes, las espléndidas y llenas de magia de Leonardo, en la expectación de una realidad más bella que el misterio. «Místico sin Dios», como intuye inadvertidamente su mujer, el señor Teste alcanza así una sabiduría que la sencillez de su persona, en medio de la convulsa vida moderna, parece irradiar entre la común locura de los hombres. Y es la prueba de la mayor conciencia de un destino propio para una mente que juzga la materia y valora las leyes de lo creado. Una notable variación sobre los motivos de la inteligencia, precisamente respecto al personaje de Valéry y a su posición espiritual en la cultura moderna, es El cartesiano señor Teste [II cartesiano signor Teste], de Giuseppe Raimon- di, publicado en Florencia en 1928.
C. Cordié
Estaba atormentado por el mal agudo de la precisión. Llevaba al máximo el insensato deseo de comprender… Cuanto me era fácil, me era indiferente y casi adverso… Rechazaba entre las Cosas Vagas y las Cosas Impuras, a las cuales me negaba con todo mi ser, no sólo las Cartas, sino que casi también toda la filosofía… Monsieur Teste nació cierto día del reciente recuerdo de dicho estado. Por eso se me parece como un hijo puesto al mundo en un momento de profunda alteración puede parecerse a su padre que no está en él. (Valéry)
Valéry niega vigorosamente… que el espíritu pueda concebir verdades fuera de la disciplina de las ciencias exactas. Niega la psicología de los novelistas, así como la ciencia de los historiadores. Lo que le importa es la estructura, la factura intrínseca del poema, de la página de prosa, la gloria del lenguaje que es santo, que es «el honor de los hombres». (Fernandez)
Cuando escribió La soirée avec Monsieur Teste, Valéry sólo tenía veinticuatro años. Pero ya era Valéry. Los rasgos de Teste son los rasgos esenciales de Valéry: exigencia de rigor, horror de lo vago y de aquella apariencia de claridad con la que se contentan casi todos los hombres y, como consecuencia de dicha necesidad de rigor, la exigencia de plantear de nuevo el problema del lenguaje y de exigir a las palabras un contenido preciso. (A. Maurois)