[La Reforme intellectuelle et morale de la France]. Obra de Ernest Renán (1823-1892), publicada en 1871. El autor toma una posición neta contra el individualismo y el derecho natural, y afirma que el único derecho de gobernar a la humanidad es el de la razón unida a la historia.
El principio democrático de la soberanía popular es una quimera dañosa, porque sólo es capaz de generar una intolerable bajeza moral del pueblo. Querer basar el gobierno sobre el sufragio universal es como querer fabricar una casa con un montón de arena. Un Estado es verdaderamente constitucional cuando tiene una estructura, una jerarquía; necesita, pues, una dinastía, una nobleza, una cámara alta, que representen intereses concretos. El individuo sólo puede ser llamado a determinadas funciones por derecho de nacimiento; sólo así pueden formarse un prestigio y una superioridad indispensables a la formación de una aristocracia, que habrá también de ser aristocracia del pensamiento. Nada más absurdo que la justicia distributiva. «Clases enteras han de vivir de la gloria y del bienestar de las demás».
La obra constituye un documento de primer orden para juzgar el estado psicológico de Francia después de Sedan y de la Commune. Renán, liberal y republicano, se orienta hacia una monarquía aristocrática y de casta, y desespera de encontrar en el pueblo las fuerzas suficientes para gobernarse. Este pesimismo político es característico de toda la clase política francesa después del funesto experimento de la Commune, y encuentra su manifestación más clara en el largo esfuerzo del que surgió la Tercera República, proclamada — como es sabido — por mayoría de un solo voto.
A. Repací
Renán no fue popular; por su riqueza y ductilidad, ofreció poca presa a los espíritus mediocres. Pero actuó sobre un corto número de inteligencias y almas de elección, y mediante ellas la parte mejor de la obra del maestro entra, y sobre todo entrará, en el patrimonio común del pensamiento. (Lanson)