Diálogo conocido también con el título de La reunión nocturna y atribuido por la misma antigüedad clásica a Platón (428-27-347 antes de Cristo), pero sin duda alguna apócrifo. Es una especie de «Apéndice a Las Leyes» (v.) que se propone una vez más definir al hombre verdaderamente sabio, idóneo para guiar el Estado y enmendar las leyes. El diálogo entra directamente en su tema sin ningún preámbulo. Los interlocutores son, naturalmente, los mismos de Las Leyes , o sea el Ateniense, Clinias y Megilo; pero, a pesar de los esfuerzos del imitador, no tienen en absoluto aquella evidencia que caracteriza a todos los personajes de los diálogos auténticamente platónicos.
A través de una argumentación obscura y a menudo sin coherencia lógica, el autor del Epinómide pretende demostrar que la verdadera sabiduría surge únicamente del estudio de los números (o sea de la matemática) y del de los astros (o sea de la astronomía). El desconocido autor de este diálogo ve en la perfecta regularidad de los movimientos de los cuerpos celestes el signo evidente de aquella mente divina y supremamente inteligente que cada uno de ellos posee y que les da una influencia sobre la marcha del mundo terrestre. Por lo tanto, sólo quien estudie los astros alcanza una especie de divina sabiduría y es digno de ser llamado filósofo.
G. Alliney