[Saggi sulla forma poética italiana dell’ottocento]. Con este título ha recogido Croce, en un volumen una serie de trabajos dispersos de (1863-1928), publicados en diversas épocas a partir de 1904.
La serie constituye un todo orgánico, porque la informa un mismo concepto: la historia literaria italiana de los primeros dos tercios del siglo XIX vista por los hombres más relevantes (Leopardi, Berchet, Prati, Tommaseo, Tosti, Mamiani, Regaldi, Carducci, Carrer, Dall’Ongaro, Maffei, Aleardi, Zanella; de escorzo, también, por Monti y Manzoni) como una especie de conflicto entre la forma clásica y la forma romántica, entre la tradición de un lenguaje selecto, entonado, arcaizante, abstracto, y la aspiración a un lenguaje realista, familiar, en consonancia con la vida moderna, natural.
Es obvio que ello no debe entenderse en el sentido de que las tendencias opuestas constituían entidades definidas, existentes por sí; De Lollis sabía muy bien que, concretamente, sólo existen los poetas particulares, con sus aptitudes o deficiencias artísticas; poetas que brillan gloriosamente o con opacos oropeles, y que los primeros son cálidos de intimidad y los otros pedestres, y que ambos coinciden en la mayor o menor asistencia de la poesía, de manera que en los grandes poetas, o en los momentos más felices de los poetas menores, las dos tendencias se juntan armoniosamente. Pero De Lollis, filólogo, de una filología que podría llamarse historicista, adolecía del defecto de considerar a los poetas aislados como en el vacío, y no admitía que se separasen del mundo de relaciones en que vivió su espíritu; y no sólo sentía la importancia histórica de la tradición, sino también su valor moral, «la imposibilidad» — como pone de relieve Croce en la breve advertencia que precede al volumen — «de fragmentarla o de saltar sobre ella y la necesidad de conservarla siempre, innovando siempre».
S. Pellegrini