[Discours sur Shakespeare et sur monsieur de Voltaire]. En 1776 Voltaire escribió (inútilmente) a la Academia Francesa para que prohibiese la edición de una traducción del teatro shakespeariano, hecha por Latoumeur, dirigiendo a Shakespeare las célebres definiciones de «salvaje borracho» e «histrión bárbaro». Giuseppe Baretti (1719-1789) indignado replicó al año siguiente con el Discours sur Shakespeare et sur monsieur de Voltaire que es su obra crítica maestra, por la madurez del pensamiento y la abundancia de afirmaciones geniales precursoras de la crítica moderna.
Defiende el genio shakespeariano en su libertad expresiva, en su irracionalidad, que le hacían incomprensible para el gusto pseudoclásico francés, esencialmente literario y racionalista, cuyo heredero era Voltaire. Bajo este aspecto se justifican las afirmaciones sobre la diversa índole de las lenguas francesa e inglesa, inexactas desde un plano de pura estética, pero justas tratándose de gusto. Afirmando que Shakespeare es intraducible, Baretti pasa a negar la posibilidad de toda traducción, entreviendo así la individualidad de la expresión estética y la unidad de expresión y de intuición.
Menos nuevo, pero conducido con admirable fuerza polémica, es el ataque contra la unidad de tiempo y de lugar, en el que Baretti alcanza profundas verdades: la negación de lo verosímil y la afirmación de que en el arte se busca sólo la fantasía, libre de toda dificultad racional. Si se echan de menos las interpretaciones propiamente dichas de la poesía sakespeariana (exceptúense las observaciones sobre el espectro de Hamlet en parangón con el ridículo fantasma de la Semíramis de Voltaire), basta el sentimiento de ella, bastan las importantes afirmaciones estéticas (aunque estén unidas a errores y a justificaciones inadecuadas) para demostrar la importancia del Discours escrito con la endiablada agresividad de las mejores páginas de la «Frusta letteraria» (v.).
E. Rho