Es la más extensa de las obras meramente filosóficas del ateniense (427?-355? a. de C.), en cuatro libros compuestos probablemente entre los años 369 y 366, en los que se exponen, con miras apologéticas y sin unidad de sistema, algunos detalles de la doctrina socrática. Los Memorables, al parecer fragmentarios, pretenden en realidad demostrar, mediante la misma doctrina de Sócrates, la vanidad de las acusaciones que se le habían hecho, por lo que se enlazan estrechamente con la Apología (v.) del mismo Jenofonte y ambas son paralelas a las obras que Platón compuso con el mismo fin.
Como los cínicos, pero mucho más superficialmente y con finalidad exclusivamente práctica, Jenofonte sólo se ocupa del problema moral; Sócrates no es aquí el investigador agudo e infatigable de los más elevados problemas, la fuente de toda la filosofía posterior, tal como nos lo representa Platón, sino el maestro del pueblo, el hombre de simples y rectas costumbres que, con el ejemplo a la vez que con las máximas, guía e instruye a los jóvenes. Así demuestra, en el tratado de Jenofonte, cómo toda virtud procede ante todo de la piedad hacia los dioses, y luego de la templanza, que es a la vez salud del alma y del cuerpo, mientras que el inmoderado deseo de placeres es el principio de todos los males.
Entre los deberes sociales del hombre, los que a su parecer son más importantes son la gratitud para con los padres, el amor fraterno, la fidelidad en la amistad; sobre el modo de observar estos deberes da consejos particulares a cada discípulo, haciéndose así no sólo maestro de sabiduría, sino también de conducta. Del modo con que Sócrates atraía hacia sí a los jóvenes, del amor con que vigilaba las tendencias y facultades de cada uno y enseñaba a todos, infatigable, que la base de toda actividad y de toda ciencia es la virtud y que la base de toda virtud es la devoción para con los dioses, nos habla el libro IV de los Memorables, que se cierra con un breve resumen general de la obra. La veneración y admirado afecto que Jenofonte demuestra hacia el maestro y la simplicidad del tono divulgador con que se tratan las doctrinas socráticas, justifican la popularidad que tuvo este breve tratado. [Trad. de José Deleito y Piñuela (Valencia, s. a.), con el título Vida y doctrinas de Sócrates].
C. Schick