[De re rustica]. Por los mismos años en que Virgilio concebía el plan de las Geórgicas (v.) Marco Terencio Varrón Reatino (116-27 a. de C.) compilaba, con precisión y en prosa, en competencia con el viejo Censor, estos tres libros de agricultura; estaba ya en el límite de su vida, pasaba ya de los 80 años, quería regalar su erudición abundante a los más jóvenes, y que sé sirvieran de ella también los venideros; no podía resignarse a la idea de que quedara inútil, después de su muerte, toda aquella cultura. Por su actividad en la vejez fue acusado de grafomanía y llamado polistor; pero le incitaba a escribir su edad avanzada, aconsejándole que reuniera su bagaje, antes de salir para siempre de esta vida. Pero ya, esa sensación de cansancio, característico de la vejez, aunque disimulada por su laboriosidad, le vencía. El interés fundamental de los últimos años de su vida no fue ya filológico, sino ético. S
u aislamiento de la sociedad, de la que solamente un eco lejano podía llegar hasta él en su retiro, tal vez no le permitió advertir los grandes cambios que se habían producido en las sustituciones políticas; ahora sólo se ocupaba en su obra. Gran propietario, no trataba de la pequeña propiedad, sino que sólo se dirigía a los grandes cultivadores y ganaderos, amantes del lujo y de las magníficas ganancias. Derivada de numerosas fuentes literarias, griegas y latinas, la obra se divide en tres partes y libros: el primer libro trata del cultivo de los campos, de la heredad y de la granja, de los aperos, las viñas y olivares; el segundo del pastoreo y cría del ganado; el tercero de la cría de aves, pollería y otros animales como liebres y jabalíes que entonces se criaban en las grandes fincas, ya por deleite, ya por lujo. La obra está escrita en forma dialogada, y cada diálogo (diverso para cada libro, y con personajes diferentes), intenta dar movimiento dramático al tratado.
F. Della Corte