De la colección bíblica de los Salmos (v.), Antón Bruckner (1824-1896) puso en música algunos fragmentos en traducción alemana: los salmos 22, 112, 114, 146 y 150. El primero que compuso fue el Salmo 22, para coro mixto y piano (1852), que ofrece poco interés.
Después, el Salmo 114, para coro mixto a cinco voces y tres trombones; compuesto alrededor de 1851, es rico en invención melódica, con rasgos de íntima sencillez y Otros de grandiosidad que tiende al énfasis; se notan en él pasajes fugados, y una doble fuga de tema un poco académico, con una armonía variada y a menudo interesante. Fue estrenado en Linz en 1906. El Salmo 146 en «la mayor» para solos, coro y gran orquesta, amplia obra concebida en forma de cantata con recitativos, arias y coros es, en conjunto, poco original y revela un ingenio en fase de transición, especialmente en la estructura coral algo insegura; se notan en él, sin embargo, interesantes experimentos de orquestación, por ejemplo el uso de un «corno» concertante. El tema inicial tiene una dulzura un poco empalagosa; en otras partes hay pasajes corales exultantes, pero un poco académicos, como la fuga final. El Salmo 112, para doble coro y orquesta, terminado en 1863, es en cambio obra madura en su técnica coral e instrumental, pero el sello de su autor no se muestra en ella todavía bien definido.
Desde el comienzo, después de unos pocos acordes orquestales, a manera de toque de clarines, se despliega el imponente conjunto de ocho partes vocales tratado magníficamente, como también la continuación. Asimismo hallamos aquí una fuga final sobre la palabra «Alleluia», de tema un poco académico. El Salmo 150, para solos, coro y orquesta, terminado en 1892, es la última composición sacra coral de Bruckner, y sin duda la más importante entre las aquí examinadas. En conjunto tiene una entonación de triunfo y de «Hosanna», desde el inicio coral a unísono, hasta la gran fuga sobre las palabras «todo lo que tiene aliento, alabe al Señor» [«Alies was Odem hat, lobe den Herra»], fuga construida sobre un tema con saltos de octava característicos en Bruckner, y ricamente trabajada, con inversión del tema y fusión del tema directo con el inverso, pero no sin algo de retorcido y poco espontáneo; lo mismo puede decirse de algunas sucesiones armónicas cuya dulzura fundamental está un poco enturbiada por bruscos cambios de tonalidad, lo cual por lo demás es un reflejo del temperamento artístico de Bruckner, en general músico atormentado. Y en este Salmo, que más aún que los otros suyos revela la personalidad del autor, también se ponen más en evidencia sus defectos.
F. Fano
Bruckner es el primero en volver a una actitud impersonal y universal. Y esto es lo que le da una entonación religiosa y confiere serenidad a su música. (B. Bekker)