Obra doctrinal escrita hacia 1592-1593; fue publicada parcialmente por E. Guhrauer, traducida al alemán con el título de Das Heptaplomeres, en Berlín, en 1841; el texto íntegro se publicó sólo en 1857, en Schwerin, por L. Noack. En la libre Venecia siete personajes (o partes, como si tratara de una causa jurídica) discuten acerca de problemas religiosos y en especial sobre la tolerancia. Esos siete personajes son: Salomón Barcassia, sabio judío; Diego Toralba, portugués, en defensa de la religión natural; el calvinista Curtius; el misterioso y antitrinitario Senamus, imbuido de los ideales del Renacimiento; el luterano alemán Frideric Ponamicus; el católico veneciano Paolo Coronaeus, y el luqués convertido al islamismo Ottavio Fagnola.
Los problemas alrededor de los cuales giran las conversaciones en casa de Coroneo (entre lecturas de Platón y una tragedia de Ottavio), están inspirados por una vigilante conciencia moral, incluso cuando parece que se convierten en sutilezas de índole teológica. Resultan un buen testimonio en el autor de la République y de la Demonomanie des sorciers (1580) de las contradicciones espirituales de un individuo del Renacimiento francés. Así, y sobre todo por boca de Barcassia, Bodin lucha contra el verbo de Cristo (en cuanto habría roto una tradición milenaria preexistente) y, aunque sin unirse con sus afirmaciones a los «ateos» de la época, combate el trinitarismo y cualquier ley religiosa que se aleje de los dichos del «Antiguo Testamento».
La razón deja oír su voz, después de la primera revelación de un Dios trascendente y único: ni Cristo, ni Mahoma, ni el antiquísimo Júpiter pueden aportar ninguna contribución a quien ya se halla en la Ley. Así, en los contrastes de los distintos personajes (en los cuales también ha querido verse el reflejo de las variadas actitudes espirituales del autor, o al menos de los diversos momentos de su vida de pensador y de polemista) destacan las afirmaciones en alabanza de la ciencia y de la naturaleza, aunque dirigidas directamente contra el Maquiavelo del Príncipe. Destacan entre ellos, la necesidad de una Iglesia organizada con severidad y rigor jurídico como la calvinista, y también una simpatía bastante crecida hacia la tolerancia entendida como modo de convivencia social.
La racionalidad es sabiduría y armonía de vida, pero la existencia carece de valor a menos que esté dirigida por el temor de Dios que domina inflexiblemente las cosas humanas y por una ley de razón que se halla en el hombre. Con todo ello, la obra, abiertamente teísta, se enlaza con problemas teológicos de indudable importancia en el desarrollo de la idea de tolerancia y de libertad religiosa, y, al mismo tiempo, confirma en Bodin la suprema exigencia política del principio de autoridad. Esto también se aprecia bajo forma de una absoluta trascendencia de Dios respecto a los hombres y las cosas transeúntes, y como necesidad de obrar con confianza por una’ ley eterna que se halla más allá de cualquier particular «superstición».
La certeza en la unidad absoluta de la divinidad confirma en todos los vacilantes y por ellos en el autor que conservó siempre inédita su obra, la tendencia a una única fe de humanidad operante. Una antigua traducción francesa, notable desde el punto de vista lingüístico (Colloque des secrets cachez des choses sublimes entre sept savants qui sont de differens sentimens) fue publicada en 1914 por Roger Chauviré.
C. Cordié