[Di, Mari a dolce, con quanto disto]. Lauda espiritual, que debe asociarse al movimiento religioso de los Blancos, registrado en los primeros años del siglo XV; atribuida en un tiempo, erróneamente, a Jacopone, y todavía hoy, aunque sin fundamento, a Giovanni Dominici. El autor se compenetra con las alegrías de María madre y las va suscitando casi en un «crescendo» de serena exaltación. La Virgen acuna a su hijo, le besa, le viste, le vela, le manda a jugar y no se preocupa más que de tener a su lado. Es una loa tan devota y humana que el poeta, como se dijo certeramente, «quienquiera que sea, llega a parecer un gran poeta»: se halla entonada con tal arrebato y elevación amorosa que el sentimiento de lo terrenal y de lo divino se confunden inocentemente. En ella pueden contemplarse las más graciosas ternuras maternales, los más serenos y deliciosos actos filiales, todo ello envuelto por un aura de sujeción, de admiración, de cosa celestial, que sentimos como humilde y netamente religiosa.
F. Antonicelli