[Adversus gentes]. Obra de San Atanasio (295-373), obispo de Alejandría. Tal vez ya en su redacción original, la obra, que recibió este título de San Jerónimo, se dividía en dos partes: «Discurso contra los griegos» y «Discurso acerca de la encarnación del Verbo». Fue probablemente compuesta durante la juventud del autor, antes de su elevación a la sede episcopal; va dedicada a un personaje no designado exactamente y parece escrita para el público. En su primera parte, S. Atanasio ataca el politeísmo pagano con el tono de los apologetas que le han precedido y particularmente de Taciano y Teófilo. Los argumentos no son nuevos, pero en su exposición más regular y metódica, en su interpretación de los pasajes de la Sagrada Escritura, como el relativo a la Creación y a la caída del hombre, y en su concepto de la función del Verbo como intermediario entre Dios y el Hombre, se siente el influjo de la filosofía de los neoplatónicos y de Orígenes, a cuyo estudio parece que S. Atanasio se aplicó con provecho.
En el segundo libro, son expuestas, con riqueza de detalles, las razones y los efectos de la Encarnación; también aquí el modo de tratar el asunto demuestra la viva influencia de la filosofía de Orígenes; concluye, después de la confutación de las doctrinas epicúreas y platónicas, acerca del origen del mundo, con ásperas reprobaciones y ardientes exhortaciones a los judíos y a los griegos, y con la invitación al lector a purificar el alma de las pasiones mediante el estudio de las Sagradas Escrituras. La autenticidad de esta obra ha sido puesta en duda sin fundamento suficiente; la profundidad de su fe da a S. Atanasio una elocuencia segura y convincente, en la cual los procedimientos retóricos están completamente subordinados al contenido: el autor no aspira a ningún refinamiento formal; con todo, los vulgarismos no son muy frecuentes, ni en el léxico ni en la sintaxis. La importancia de esta obra que, particularmente en su segunda parte, contiene ya conceptos de los cuales S. Atanasio se servirá en la polémica contra Arrio (v. Discursos contra los arríanos), y que desde el punto de vista literario no ha ejercido como las demás gran influjo en los escritores posteriores, reside sobre todo en recurrir a elementos filosóficos, que se funden con la fe profunda de su autor.
C. Schick