Obra de Lucio Anneo Cornuto (siglo I después de Cristo), que en su forma expositiva y por ir dirigida a un muchacho, probablemente discípulo personal del autor, como lo fueron Persio y Lucano, parece escrita para la escuela. La presuposición de Cornuto es la rígidamente estoica de no creer en las divinidades, sino como alegorías naturalistas, que simbolizan fenómenos físicos, y como cada divinidad es protectora de algún elemento, fácil será conjeturar por la cosa protegida la personalidad del protector: Júpiter el rayo, Poseidón el mar, Apolo el sol, Diana la luna, Hefesto el fuego. Esta interpretación de la teología griega, que ya Cratetes de Malo, filósofo estoico y filólogo de Pérgamo, había intentado para ilustrar la mitología homérica, volvió a ponerse en auge gracias a la obrita de Cornuto. Heráclito, autor de los Problemas Homéricos (v.) y con él cuantos exegetas intentaron penetrar el fundamento místico y teológico de Homero, se remitieron a este método que se oponía antitéticamente al evemerístico.
F. Della Corte